Recientemente se supo que Yamil Peralta, boxeador argentino que carga sobre sus hombros la experiencia de años de amateurismo y de Juegos Olímpicos, se volcará al profesionalismo.
Sin embargo, todavía hace sacrificios inmensos dentro y fuera del gimnasio para crecer como boxeador. Y estos, en consecuencia, lo ayudan a «crecer como persona».
La aparición del boxeador de José C. Paz ilusionó a más de uno. Y es que el boxeo argentino supo dar al mundo muchísimos púgiles de gran calibre. Para destacar, el empeño y la constancia que los hicieron posicionar como los revulsivos nacionales. Tal vez, por las condiciones sociales en las que estaban. Quizás, por la necesidad de salir adelante aprovechando la única vía de escape. Pero el esfuerzo siempre estuvo. Y de esto tiene la vida de Peralta, como la de muchos otros chicos que practican este deporte que, en palabras del propio boxeador, necesita «más apoyo en Argentina, con todo el potencial que hay».
Alguna vez Floyd Mayweather lo dijo: «El boxeo es realmente fácil. La vida es mucho más dura». Esta última, se sabe, es capaz de dar golpes duros, capaces de derribar convicciones y de endurecer corazones a base de sufrimiento. Como si fuera poco, además de los que reciben arriba del ring, los boxeadores reciben de estos, como todo ser humano. Y soportar de los dos no es para nada fácil. Pero claro, con el corazón caliente y la sangre fria, siguen dando batalla a lo que la vida presente.
Una producción especial de: Augusto Niez-Gay, Lucian Astudillo, Leandro López, Ernesto Cropanise, Franco Arrigo, Francisco Restivo, Nicolás Torres y Ignacio Barba