El trastorno bipolar es una enfermedad hereditaria que procede de múltiples genes, y provoca un conjunto de variaciones en el estado de ánimo que se concentran directamente en el humor, el comportamiento y los pensamientos de las personas que la padecen. Los fracasos continuos o el autoexigirse son unos de los primeros pasos que despiertan este problema. El efecto genera pasar de estar alegre a sentirse triste o incluso con ideas de suicidio.
Se presenta en adultos jóvenes, tanto en hombres como en mujeres, que no tienen conocimiento del síntoma que está transitando en su organismo y en la mayoría de los casos no son tratados de la manera correcta. Durante el período depresivo se pueden presenciar distintos síntomas y sentimientos frecuentes como la pérdida de autoestima, desesperanza, culpabilidad excesiva, fatiga con duración prolongada (semanas o meses), insomnio, pérdida de apetito, pensamientos sobre suicidio, etc. Por otro lado, suele figurar un período maníaco que incrementa energías, generando que este suceso lleve a ideas irreales u optimistas. En este proceso se pueden presentar, por ejemplo, exaltación del estado de ánimo, enfadarse por cualquier motivo, autoestima alta, menor necesidad de dormir, inquietud excesiva, aumento involuntario de peso, aumento en la actividad social o sexual o alucinaciones.
Lo ideal es que los pacientes a través de la combinación de antidepresivos, psicofármacos y psicoterapias, aumenten el tiempo de bienestar y que en el menor tiempo dejen este tratamiento, el cual se da en los primeros años. Estas psicoterapias pueden ser la “interpersonal” y de “ritmo social”, la terapia familiar, la psicoeducación, la cognitiva y la detención prodrómica. Esto conlleva que sea una de las principales causas de desocupación en el mundo, ya que el riesgo en accidentes o los homicidios pueden estar presentes en cualquier momento.
Se definieron varios trastornos mediante el cambio de ánimo que se fueron presentando a lo largo de los años: Trastorno Bipolar tipo l, ll, lll y la Ciclotimia. El tipo l se basa en las personas que comienzan a tener un episodio maníaco, a lo que se le suma un momento de depresión. Con respecto al ll, se caracteriza cuando surge una depresión mayor, y también pueden aparecer síntomas psicóticos, junto con un suceso hipomaníaco, y ambos dificultan diagnosticar la enfermedad. Durante el lll tipo se comienza a notar los síntomas de demencia temprana, agitación, conducta impulsiva, etc. Mientras se presentan estos tres tipos de problemas, aparece la ciclotimia, que refleja varios hechos de hipomanía que rotan con acontecimientos de depresión. Tras estas variaciones pueden existir cambios rápidos o lentos. Cuando el paciente logra estabilizarse puede continuar con su vida habitual, tanto en lo social, lo laboral, donde logra evitar escaparse de sí mismo y del entorno que lo rodea, por lo que estará compartiendo momentos con familiares, pareja, amigos, etc. La bipolaridad puede despertar otras enfermedades como algún tipo de cáncer o que se provoque un accidente cerebro vascular (ACV).
Santiago, una persona que padeció la patología, comentó en una entrevista al diario La Nación que “la bipolaridad no es la muerte, enseña muchas cosas de la vida. Hay muy buenos medicamentos para estar estabilizado, disfrutar y pasarla bien. Se puede, hay que trabajarse a uno mismo. Uno se convierte en su propio padre». El psiquiatra Fleitas Rumak coincide con lo que Santiago expresó: “El trastorno bipolar es una enfermedad que, aunque cuesta diagnosticarla, bien medicada es totalmente controlable, no priva al paciente de poder desarrollarse. Siempre se necesita un profesional adecuado y estar atentos a las oscilaciones”.
Matías Sánchez