Los reclamos de los obreros en Chicago, Estados Unidos, que buscaban mejores condiciones laborales pues sus jornadas eran entre 12 y 16 horas diarias de trabajo, fue el antecedente para que el 1º de mayo se declarara como el Día del Trabajador a nivel internacional. Era 1886 cuando se inició la protesta de los obreros por sus derechos laborales.
Durante las jornadas de protesta que se extendieron por varios días fueron muchas las fábricas que se vieron afectadas por la negativa de sus empleados a seguir en las condiciones en las que trabajaban. El entonces presidente de los Estados Unidos, Adrew Johnson, había declarado la ley Ingersoll, que establecía que la jornada laboral fuera de ocho horas diarias; como los jefes y dueños de las fábricas no aceptaron esa decisión, los empleados salieron a las calles.
En ese momento Chicago era la segunda ciudad más poblada de Estados Unidos y en donde se concentraba el mayor movimiento obrero del país. Lo que empezó como una protesta laboral, terminó en un enfrentamiento sangriento entre trabajadores y policías. Los anarquistas se concentraron en el centro comercial Haymarket Square, uno de los más emblemáticos de la ciudad. En ese lugar ocurrió la mayor tragedia de esos días. Una concentración que empezó pacíficamente terminó en la muerte de ocho policías y cuatro protestantes, luego de que un desconocido lanzara dinamita a un grupo de policías. Cientos de personas resultaron heridas.
Por ese hecho acusaron a 31 trabajadores y ocho fueron condenados a la horca. Los huelguistas inculpados fueron August Spies, Samuel Fielden, Oscar Neebe, Michael Schwab, George Engel, Adolf Fischer, Albert Parsons y Louis Lingg. Desde ese momento los condenados fueron llamados los “Mártires de Chicago”, pues nunca se pudo comprobar que alguno de ellos tuviera alguna responsabilidad en el atentado. El 11 de noviembre de ese mismo año, Fischer, Parsons, Engel y Spies fueron ejecutados; Lingg fue encontrado muerto en su celda luego de suicidarse, mientras que a Fielden, Schwab y Neebe les perdonó la vida.
Alberto Parsons fue el más conocido de los “Mártires de Chicago”, pues siempre se mostró como el gran líder del grupo de protestantes y era quien llevaba la voz en las marchas, un líder frente a sus compañeros. Minutos antes de ser ejecutado pronunció su famosa frase “repito que soy enemigo del orden de hoy y repito que con todas mis fuerzas, mientras tenga aliento para respirar, los combatiré. Los desprecio. Desprecio su orden, sus leyes, su autoridad apuntalada por la fuerza. Ahórquenme por ello”.
Desde años antes a estos hechos, Parsons siempre trabajó en los derechos de los trabajadores; también fue un activista para la abolición de la esclavitud en los Estados Unidos. Llegó a Chicago desde Montgomery, Alabama, su pueblo natal. Ya en Chicago, Parsons fue contratado por el periódico The Times pero debido a sus posturas políticas y sociales fue despedido. A pesar de recibir amenazas que lo obligaban a salir de la ciudad, Parsons se quedó junto a su familia en Chicago trabajando en sus ideales y fundó varias asociaciones políticas como “Knights of Labor”. Fue uno de los anarquistas más importantes del siglo XIX.
La lucha de Parsons y sus compañeros tuvo sus frutos: a finales de 1886 se logró obtener la jornada laboral de ochos horas diarias en todo el país. En 1889 en París, el Congreso Obrero Socialista declaró oficialmente el 1º de mayo como el día internacional de los trabajadores; sin embargo, en Estados Unidos y Canadá se celebra el primer lunes de septiembre.
En Argentina, el primer acto del Día del Trabajador se realizó en 1890 en el Prado Español de Buenos Aires, ubicado en lo que hoy se conoce como el barrio de Recoleta, en las calles Ayacucho y Junín. Los asistentes al evento eran en gran parte obreros inmigrantes de Portugal, Italia, España y Alemania. Este año se espera que el 1º de mayo los trabajadores salgan a las calles de las ciudades más importantes del mundo, como es costumbre.
Enrique Gamboa