Para Benito Mussolini, líder del fascismo en Italia, salir campeón del mundial de fútbol fue un objetivo fundamental en su afán de mostrar la supuesta superioridad de su país sobre el resto. Para lograrlo, el gobernante totalitario, nacionalizó a cinco extranjeros (cuatro argentinos y un brasileño) y presionó al plantel con amenaza de muerte. También se sospecha sobre presuntas extorsiones hacia los árbitros.
La selección local, bajo la dirección técnica de Vittorio Pozzo desde 1929, llegaba con grandes aspiraciones. Sin embargo, ser sólo candidato no bastaba, por lo que decidieron reforzar el plantel con extranjeros. Luis Monti, jugador consagrado en San Lorenzo de Almagro, y Raimundo Orsi, delantero de Independiente de Avellaneda, eran las principales figuras del exterior. Además, citaron al entrerriano Enrique Guaita, al bonaerense Attilio Demaría y al brasileño Anfhiloquio Marques Filo, conocido en Italia como Anfilogino Guarisi.
Desde la previa, el panorama futbolístico era positivo a pesar de la gran presión que tenía el seleccionado. Hubo una fase clasificatoria previa para reducir los 32 inscritos a los 16 países que disputarían la fase final del Mundial en Italia, en la que se realizaron emparejamientos de ida y vuelta de acuerdo a cercanías. La Azzurra derrotó a Grecia por 4 a 0 en Milán y por la amplia diferencia ambos países pactaron que no se jugará el segundo choque.
Argentina, por otro lado, accedió directamente a la fase final. Lo negativo fue que la albiceleste llevó jugadores de la Asociación Argentina de Football (en su mayoría jugadores amateurs), debido a que la Liga Argentina de Football (profesionales) apoyó a Uruguay. El primer campeón del mundo se negó a participar, en protesta contra los países europeos que no acudieron a la primera cita mundialista. Como consecuencia de eso, el entonces subcampeón quedó eliminado en primera ronda.
Con encuentros a eliminación directa, el primer rival del conjunto italiano fue la débil selección estadounidense, a la cual le ganaron 7 a 1. En segunda instancia, chocaron contra España y necesitaron de dos partidos para avanzar a la semifinal. El primero fue empate 1 a 1. En el definitivo, la Roja sufrió la ausencia de figuras importantes por lesiones propias del juego brusco que los árbitros le permitían a Italia. Con gol de Giuseppe Meazza, los locales pasaron de fase.
Asimismo los errores arbitrales se hicieron presentes en el partido contra Austria donde Italia pasó a la final tras ganar 1 a 0. En el día previo al duelo decisivo contra Checoslovaquia, Mussolini le envió un telegrama a Pozzo, en el que expresó: “Ganen o mueren”. En el entretiempo (con resultado 0 a 0) el dictador se hizo presente en el vestuario y, en la misma línea, le dijo al técnico: “Que Dios te ayude si fracasan”. A los 76 minutos, el gol del rival llenó de miedo a todo el equipo, pero la Azzurra pudo revertir el resultado para alcanzar la gloria y salvar la vida del plantel.
Dentro de este conjunto campeón, resaltaron las figuras de Monti y Orsi. El primero por jugar los cinco partidos del torneo, mientras que el delantero de Independiente lo fue por ser el autor del gol del empate en el último partido.
Pese a que la mayoría de los italianos (y los cuatro argentinos) se acoplaron al festejo, esa Copa del Mundo se sigue viendo como una victoria del fascismo y una mancha en la historia del fútbol mundial. Italia, tan sólo dos años después del campeonato, sería uno de los países protagonistas de la Segunda Guerra Mundial.
Por Diego González (diegong38@gmail.com). Lucas Arenas (arenaslucaas6@gmail.com). Santiago Goicoechea (santiagogoicoe2@gmail.com).