En el último tiempo las grandes cervecerías industriales han visto afectado su mercado debido a la presencia de las cervecerías artesanales. En nuestro país surgieron allá por el año 1997, cuando un grupo de amigos marplatenses realizaron un viaje a Estados Unidos y al ver este boom en territorio americano fundaron a su regreso “Antares”, pionera de la actividad en la Argentina.
Hoy están de moda los denominados “Home Brewers”, elaboradores caseros, y esto provoca que tengamos un amplio espectro de opciones a la hora de elegir tomar una cerveza.
Actualmente en nuestro país se consumen alrededor de 41 litros per cápita por año. En el ranking mundial liderado por República Checa con 147 litros anuales por persona, Argentina ocupa el puesto N° 71, con un mercado de cerca de 16,5 millones de hectolitros al año.
Las empresas industriales vienen notando la baja del consumo debido a las grandes variedades de estilos artesanales, donde encontramos cervezas rubias, rojas, negras, con miel, etc.; con más o menos graduación alcohólica o diferente grado de amargor, pero siempre con un cuerpo y un sabor mucho más intenso que el de la cerveza industrial.
Todos sabemos que esta bebida alcohólica es en un 90% agua, pero además tiene como ingredientes diferentes tipos de maltas, levadura, lúpulo como pieza fundamental a la hora de aportarle sabor y amargor; este último se puede traer desde el exterior o bien en la región de la Patagonia.
El secreto de los “maestros cerveceros” está en ir probando diferentes ingredientes para lograr un sabor especial en la cerveza. Si nos ponemos a buscar hay millones de estilos y recetas distintas.
Hace unos meses las cervecerías Guten Bier, Piu Bella y Brescia se unieron para elaborar una cerveza con un sabor tan particular como el de los alfajores “Capitán del Espacio”, obteniendo un gran éxito. Y si nos remontamos a unos años atrás el grupo denominado “Cerveceros Artesanales de Entre Ríos”, con sede en la ciudad de Paraná, quiso ponerle a su cerveza un sello especial y en la búsqueda de ese sabor logró incorporar a su bebida el gusto del Surubí, pescado de río que habita en la región. Así también encontramos cervezas con agregados como pueden ser frutas u otras bebidas alcohólicas más fuertes como whisky.
Ante esta propuesta de las cervecerías artesanales, las grandes industrias se vieron obligadas a buscar otras alternativas a la hora de ofrecer sus productos, buscando atraer nuevamente a los consumidores. Como primer punto, empresas como Isenbeck (estilos tales como Dark, Märzen, Ipa y honey) o Imperial (Ipa), Quilmes (con su antigua receta sin aditivos) tuvieron que recurrir a elaborar otros estilos de cervezas para tratar de no quedarse atrás en el mercado; mientras que como segundo punto buscaron adquirir cervecerías artesanales para poder competir en dicho mercado desde otro punto. Un claro ejemplo es Quilmes, con la compra de Patagonia.
Con esta “revolución cervecera” que se viene dando en este último tiempo, además de una gran diversidad de cervecerías en distintos puntos, podemos encontrarnos con reuniones, congresos, mundiales y también la cosecha del lúpulo con un gran encuentro donde participan maestros cerveceros de todo el país, en el sur, una vez al año.
El sabor y el aroma de la cerveza artesanal no solo se pueden disfrutar a la hora de beberla sino que como alternativa se pueden utilizar como maridaje de distintas preparaciones gastronómicas.
Con esta revolución en pleno auge, ¿podrán las cervecerías industriales recuperar el terreno perdido en el mercado? ¿Cuál será el techo de este crecimiento de las cervecerías artesanales?
Walter Corvoisier