La línea E del subterráneo de la Ciudad de Buenos Aires fue inaugurada el 20 de junio de 1944, siendo la quinta red en ponerse en funcionamiento. En sus comienzos, se extendía desde Constitución hasta Boedo, hasta que en la década del 60 fue reorientada hacia el microcentro porteño y extendida dos estaciones más, hasta José María Moreno, en el barrio de Parque Chacabuco. Entre 1985 y 1986, se prolongó nuevamente la línea y se construyeron 4 estaciones más, Emilio Mitre, Medalla Milagrosa, Varela y Plaza de los Virreyes, en el barrio de Flores, donde finaliza su recorrido desde aquel entonces.
Hace 10 años aproximadamente, se comenzaron obras para extender la línea desde la estación Bolívar, ubicada en Plaza de Mayo, y que está conectada con las líneas A y D. En 2015, se había anunciado que las obras finalizarían en 2017 pero su habilitación fue reprogramada para mediados de 2018. Sin embargo, a principios de este año, SBASE (Subterráneos de Buenos Aires) postergó para 2019 la inauguración de las tres nuevas estaciones: Correo Central, Catalinas y Retiro. Si bien estas, junto con los túneles, ya están terminadas desde 2015, aún restan colocar vías, sistemas de ventilación, cables, señalizaciones, finalizar una nueva cochera, etc. Aun así, los coches que poseen no son los necesarios y no están preparados. Cuando la línea D reciba los coches Alstom cero kilómetros y deje de utilizar los Fiat Materfer, estos recaerán en la línea E, que ya cuenta con tres de ellos actualmente.
Debido a las pésimas condiciones de esta red, los usuarios propusieron reducir la tarifa de viaje hasta que haya una mejoría, o hasta que esté al nivel del resto de las líneas. Las principales razones son la baja frecuencia, demoras, cancelaciones, el mal funcionamiento de los trenes, la falta de aire acondicionado y la ausencia de escaleras mecánicas en muchas estaciones. Ante tantos reclamos, comenzaron a renovar las vías y a recibir algunos trenes utilizados anteriormente en otras líneas.
Beatriz Ibero, de 50 años, dialogó con Pirámide Invertida y contó sus sensaciones al viajar todos los días en esta línea. “Normalmente tomo el subte, pero corro el riesgo de llegar a la estación y que haya demoras o cancelaciones, pero si no hay ningún inconveniente, es lo más rápido. Los vagones están en muy malas condiciones y con la falta de aire acondicionado sumado a la cantidad de gente que lo aborda, es casi imposible tomarlo cuando hace mucho calor”. Este subterráneo es de las pocas opciones que tiene la gente proveniente del sur de la Capital Federal, y aun así, es de las líneas menos utilizadas. “Por ejemplo, en la estación José María Moreno, la salida por escalera mecánica está hecha hace 7 años, por lo menos, y nunca se puso en funcionamiento. He viajado en todas las líneas de subte, y sin dudas que la E es la peor. Estoy totalmente a favor de que disminuya el precio del boleto y espero que tomen alguna medida al respecto”, concluyó. Ampliar el recorrido y mejorar la calidad de los trenes en todo sentido, sería una forma de darle vida a esta línea abandonada.
Santiago Scarabelli