Desde fines del siglo XIX y hasta la actualidad nuestro país ha sido un lugar ideal para inmigrantes de todas las nacionalidades del mundo que han intentado encontrar un lugar donde llevar a cabo sus sueños.
Hasta mediados del siglo XX la inmigración, preferentemente proveniente de países europeos, le dio a la Argentina una pujanza que la llevó a estar considerada dentro de los primeros países del mundo; entre las riquezas que ofrecía nuestra tierra y las ganas que ponían esos inmigrantes fueron levantando una nación próspera. Las Guerras Mundiales que asolaron Europa fueron las responsables de la migración de una gran cantidad de personas hacia América; algunos fueron al norte, mientras que otros vinieron hacia la Argentina. Dentro de ese grupo se encontraba Antonio Papaianni, el padre de nuestra entrevistada, la señora María Rosa Papaianni, actual presidenta de la empresa ELEVA S. A.
María Rosa Papaianni vive en el barrio de Almagro; de 53 años, está casada hace 29 y tiene una hija. Preside la empresa mencionada anteriormente desde fines de 2012, sucediendo en ese cargo a su padre, quien fundó la empresa en 1969. En diálogo con Pirámide Invertida nos contó sus vivencias en el cargo y los inicios de su padre en nuestro país.
-¿Cuándo y por qué su padre decidió migrar hacia Argentina?
-A mediados de los años 40 y a raíz de lo mal que estaba la situación económica en Italia como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial mi padre decidió emprender viaje hacia la Argentina, donde ya se encontraban algunos familiares lejanos que habían venido a nuestro país un tiempo atrás.
-¿Cuál fue su primer trabajo en nuestro país?
-Empezó a trabajar en obras en construcción aprendiendo inicialmente el oficio de albañil y luego decidió comenzar los estudios como Maestro Mayor de Obra.
-¿Por qué apostó a la construcción?
-Al principio porque fue el ámbito en el que encontró una rápida salida laboral y luego, porque vio la posibilidad de crecer si lograba independizarse.
-¿Cuánto tiempo pasó y cómo hizo para volver a reencontrarse con su familia del viejo continente?
-Parte del dinero que ganaba mes a mes, mi padre lo enviaba a Italia, donde habían quedado sus padres y cuatro hermanos. Para principios de los años 50 pudieron venir todos hacia Argentina.
-¿Cómo fueron los comienzos de la empresa?
-Al principio mi padre, con la ayuda permanente de mi madre, que también estudió y se recibió de Maestro Mayor de Obra, construía casas que iba vendiendo y ambos hacían grandes sacrificios personales y familiares para poder reinvertir las ganancias e ir haciendo construcciones cada vez mejores.
-¿Cómo hizo ELEVA S.A. para superar las épocas de crisis económicas de nuestro país?
-En momentos de bonanza, la empresa llegó a construir decenas de edificios; gracias al boca a boca y a las recomendaciones, muchas veces gran parte de los edificios se vendían «en pozo», o sea, mientras se estaban construyendo, y eso fue un gran soporte para llevar adelante los momentos difíciles.
-¿Cómo hizo para continuar y mantener el legado dejado por su padre?
-En sus últimos años de vida mi padre confió y se apoyó mucho en mí, lo que hizo que aprendiera mucho de él, más allá de lo que ya había aprendido por tantos años a su lado.
-Con la experiencia que su padre le transmitió a usted, ¿qué consejo le daría a un inmigrante hoy en día?
-Tanto mi padre como mi madre siempre fueron muy agradecidos a este país y alababan las oportunidades que Argentina les brinda a todos aquellos que tienen iniciativa y ganas de crecer; y creo que ése sería mi mejor consejo, poner y dar lo mejor de uno en pos de lograr un sueño.
-¿Por qué, con tres hermanos hombres, considera que su padre la eligió a usted para llevar adelante las riendas de la empresa?
-Creo que más allá de cuestiones de género, las ocupaciones de cada uno de los cuatro, esto es, mis tres hermanos y yo, hicieron que fuera quien más tiempo podía dedicar a colaborar con nuestros padres y eso hizo que fuera la elegida.
-¿En el día de mañana tiene pensado legar la empresa a su hija, tal como su padre hizo con usted?
-Si ella decidiera continuar con el legado familiar, sería algo muy importante para mí, pero es ella quien debe decidir.
Milton Feijoó