Con la implementación de las nuevas tecnologías, no se pueden dejar de lado los enormes beneficios que tiene la sociedad actual con respecto a las de siglos anteriores. La facilidad para buscar contenido informativo, lograr conversar con familiares o amigos que se encuentren a miles de kilómetros de distancia, o simplemente ser un entretenimiento diario, son las ventajas que deja ver a flor de piel la utilización tanto de celulares, como tablets o notebooks, entre otros. Sin embargo, ¿es todo color de rosas? Desde que la tecnología invadió la rutina de los ciudadanos, parecería casi imposible lograr pasar un día entero sin estar viendo videos, en las redes sociales o mensajeando con alguien. En este punto, todo lo bueno, comienza a desvanecerse. Parejas que no se ven a la cara en los restaurantes, falta de comunicación entre familias a la hora de compartir una cena o almuerzo, silencios incómodos logrados por estar con la cabeza agachada mirando esa pantalla casi como si todos fueran obligados a hacerlo, son situaciones que se pueden observar reiteradas veces durante 24 horas.
Es imposible negar que la búsqueda en internet ha sido uno de los más grandes aportes a nuestra sociedad, hoy en día descripta como la ‘sociedad de la información’, debido a que es esta (la información) la que prima por sobre otro cualquier aspecto cotidiano. Lo tangible se convierte en abstracto, lo sólido se hace invisible y esto queda expreso en el periodismo actual: la información vuela por los canales, sin ser chequeadas ni cuidadosamente manejadas, como tiempos anteriores. Lo importante es tirar la noticia con tal de decir “fui yo quien lo dijo”. En los jóvenes, el Whatsapp, Twitter y Facebook han significado un ‘boom’ en las formas que ellos llevarán adelante sus relaciones sociales: fotos, historias de lo que están haciendo en el momento, ‘tweets’ en los que comentan lo que les pasa, si están enojados o tristes. Todo esto funciona como aquel diario íntimo que los más grandes suelen contar cuando recuerdan su infancia. Esta revolución también llegó a los más grandes, los ancianos: la moda de las abuelas con redes sociales sigue creciendo día tras día. Junto con esto, también hay un deseo de adaptación y ‘actualización’ por parte del grupo de la tercera edad, que se ve agobiada, por momentos, por tantas innovaciones.
“Yo creo que la tecnología fue lo mejor que le pudo pasar a esta sociedad. Era necesario tener una fuente que nos comunique a diario con nuestros seres queridos y que, a su vez, nos deje una cuota de entretenimiento para todos los gustos. Puedo hablar con mi papá y también ver videos, series, subir fotos y encontrar todo lo que busque. Es genial”, admite Lucas Giordano, adolescente de 19 años. En contraposición, Viviana Álvarez, de 45 años, se mostró más a la defensiva y contó: “Me encanta estar enterada de lo que hace mi hijo todo el tiempo, antes en mi época nadie sabía dónde estaba porque no había muchas formas de hablar con tus papas. Pero creo que ya estamos convirtiendo ese beneficio en un abuso, no puede ser que todo el día estén con el celular en la mano o con los ojos puestos en la PlayStation”.
La única realidad es que el avance de la tecnología y, en consecuencia, las nuevas formas de relaciones sociales irán de la mano a medida que la sociedad se ‘aburra’ de lo que tiene. El cambio será constante y cada vez más veloz, casi sin dejarle tiempo a la comunidad que se acostumbre al presente que tiene. Sólo resta esperar que todo sume y nada reste.
Sebastián Bezzerri