Justina Lo Cane tenía tan sólo 12 años, era la mayor de tres hermanos, y luchó los últimos tres meses en la sección de terapia intensiva de la Fundación Favaloro, esperando un corazón que nunca llegó. Entre el dolor y la tristeza generada en la sociedad, con una gran campaña por redes sociales detrás –que colocó a la problemática como uno de los temas principales-, quedó un gran mensaje: la donación de órganos debe ser tema de mayor conciencia.
#LaCampañaDeJustina fue una fibra sensible que la comunidad argentina usó en las redes durante los más de tres meses que estuvo internada en la Fundación Favaloro, en el primer puestos de la lista de urgencia del INCUCAI (Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante). La niña que nombra el hashtag, fue diagnosticada con cardiopatía transgénica, a la temprana edad de un año y medio de vida; toda una vida dedicada a buscar una solución para sobrevivir. Ella, su familia, allegados y mucha gente ajena que se involucró en la causa volvieron a poner en agenda la complejidad que sufre nuestro país con la donación de órganos: de 800 personas que mueren por día, sólo 10 son donantes.
“A diferencia de otras prácticas médicas, el trasplante requiere de la participación y el compromiso de la sociedad. Nuestro país cuenta con médicos de excelencia y con centros sanitarios adecuados, pero más allá de estas ventajas el trasplante no sería posible sin la donación de órganos”, explica Mariano Herzberg, especialista en trasplantes de la índole que la triste situación de Justina necesitaba, con un claro mensaje hacia el llano roll que cumple un gran porcentaje de los argentinos en materia solidaridad a la hora de generar la posibilidad de una mejor vida, o la salvación de la misma. El mensaje del doctor, a pesar de que en 2016 29.909 estaban inscritos como donadores y que en este 2017 la cifra haya trepado a unos 126.271, es la visión que muchos comparten.
Pero la historia de Justina no sólo concientizó a los ciudadanos para la acción de llenar un formulario y convertirse en donante, sino que también propagó un dato impactante, que quizás muchos pasaban por alto: una persona, puede salvar o mejorar la calidad del día a día de otras siete. He ahí creado el otro hashtag que acompañó la lucha, #MultiplicateX7.
El año pasado, en nuestro país, se realizó un número récord de trasplantes cardíacos, cuando se alcanzó la suma de 109 pacientes con un nuevo corazón. En el corriente, y con tan sólo días para que se consuma el calendario, se han realizado 98. Justina, debido a no encontrar una compatibilidad efectiva, no llegó a estar entre ese número. Pero su situación fue tan fuerte que la familia de Abril, la nena de edad semejante que fue asesinada en la entradera a una casa de Campana, decidió poner a disposición el corazón de ella para la causa. “Justina se fue sabiendo que su lucha les salvó la vida a muchos que esperaban un trasplante. No llegó su corazón. No lo encontraron”, escribieron sus padres, en una sentida carta publicada el mismo miércoles, en donde se dio por comunicado que su hija ya descansaba en paz, pero que su vida no fue en vano.
“La donación de órganos debería ser indiscutible. La falta información, el poder legislativo y ejecutivo, son los motivos de atraso. Murió una nena de 12 años esperando un corazón, siendo que mueren cientos de personas por día. ¿Cuál es la razón de enterrar órganos? No encuentro respuesta”, reflexiona Sofía, de 19 años, estudiante de Derecho, con una voz que tambalea entre la impotencia y la sensibilidad, que entrega un tinte casi quebrado.
En la actualidad, hay una lista que componen 134 personas. Una lista que espera un corazón que le permita seguir al lado de sus padres, hermanos, abuelos, tíos o hijos. Que Justina se convierta en conciencia, sé donador de órganos. Registrate en el INCUCAI, fácilmente aquí y se el héroe de alguien que lucha por sobrevivir.
Enzo Berón