Los ruidos molestos, el humo del cigarrillo, robos, uso privado del espacio comunitario, la desatención de espacios comunes y el impago de las expensas son sólo algunos ejemplos de situaciones problemáticas que ocurren habitualmente en las comunidades de propietarios que de no resolverse por sí mismos, ya sea por la comunidad o la intervención del administrador, terminan derivando en un largo y costoso proceso judicial que es una de las consecuencias en los conflictos vecinales.
Este malestar genera actitudes y comportamientos negativos en la convivencia diaria. Sin embargo, es necesario buscar alternativas para encontrarles solución a los conflictos vecinales.
Actualmente existe la mediación comunitaria, un método alternativo de resolución de conflictos surgidos entre vecinos de una comunidad de propietarios donde un tercero, conocido como mediador, habla con los residentes para que ellos mismos encuentren una solución mutuamente satisfactoria poniéndole el punto final a esta problemática que es común hoy en día.
Existen dos tipos de mediación: voluntaria y económica. La voluntaria es cuando las partes acuden y llegan a un acuerdo. Mientras que la económica se trata de que el mediador o mediadora participa como facilitador de la comunicación entre las partes y tratará de gestionar el conflicto asistiendo a las partes en sus comunicaciones para que por sí mismas traten de solucionar sus diferencias. En ese sentido no se requiere contratar un abogado, ni procurador, ni mucho menos un conocimiento específico.
Según un informe de la Dirección de Defensa al Consumidor y Relaciones Vecinales, las estadísticas del primer semestre de este año revelan que se registraron 354 casos hasta ahora. En comparación con los dos últimos años (2015 y 2016) se conocieron 700 casos.
Pirámide Invertida dialogó con personas que atravesaron por la situación: Leandro Fernández y Julieta Casafus, estudiantes de Profesorado de Inglés y de Artes Plásticas, respectivamente, y Rocío Cabral, una niñera, que comentaron acerca de sus experiencias vividas a la hora de resolver un conflicto vecinal.
“A mí me pasó que cuando llegué a mi casa, un vecino me asaltó con un cuchillo y le di mi celular”, declaró Leandro, y contó con más detalles la secuencia: “En aquel momento, una amiga que me trajo en auto hasta mi casa se preocupó por mi, fuimos los dos juntos a hablar con mi mamá, le contamos lo que sucedió, hasta le di la descripción completa y me dijo que vive en uno de los edificios que están cerca de mi casa, precisamente a una cuadra. Fui acompañado por mi mamá y mi amiga hasta el edificio donde vive el ladrón; de casualidad me encontré con sus dos hermanos y le pedí que devolvieran el celular. Finalmente pude recuperar el celular que me había sacado mi vecino y no realicé denuncias al respecto, pero sí quedó detenido porque hace poco cometió un nuevo robo”.
Julieta contó su caso: “Yo me quejé una vez de una vecina, porque tenía una enredadera que estaba dando a mi casa y se llenó de cucarachas. Pero hubo una pequeña discusión sin pasar a mayores. Hablamos con la vecina y llegamos a un acuerdo. Cortamos la enredadera, bajo consentimiento de ella”.
“Yo también tuve problemas vecinales, pero con una nena de 12 años”, aportó Roció, y contó con más detalles lo sucedido: “Resulta que un día estaba con mi hermana charlando fuera del hogar. De pronto pasa una chica a insultarme. En ese momento me cansé, tuve que frenarla y le dije que la cortara. Después la nena va y le dice a mi mamá que yo le pegué, en mi defensa dije que era mentira hasta que intervino su mamá y se armó un lío tremendo”. Y finalizó: “Fui a la comisaría a hacer una denuncia, pero la gente que trabaja ahí no quiso tomarla”.
Cristian Mattivi