La vida de los deportistas y en especial de los futbolistas, generalmente está muy expuesta, sobre todo, cuando los actos de éstos se salen de lo común.
Y al decir lo común, se hace referencia de lo que exige el hincha o la opinión pública al comportamiento del futbolista afuera de la cancha. No trasnochar, no comer pesado, no beber alcohol, no hacer vida social, en fin, no exponerse para no bajar el rendimiento. Si bien son puntos vitales para el cuidado de un deportista profesional, la exigencia de dejar rezagada la vida personal parte no solo de los hinchas de los clubes en los que militen los futbolistas , sino también de la prensa, que se encarga de hacer todo más mediático.
Sin embargo, hay comportamientos extra futbolísticos ejemplares y que, quizás por no ser polémicos o causen morbo, no hacen parte de la agenda de los medios de comunicación. Cada tanto en el hospital Español, ubicado en Belgrano 2975, se lleva a cabo una labor que ilumina el aura, en ocasiones apagada, de las aéreas de terapia intensiva y habitaciones de pediatría. Robar sonrisas es la consigna.
La cabeza de esta actividad es el médico pediatra colombiano Miguel Ángel Martínez Paternina, quien viene realizando estos micro eventos para los niños hace tres años y que tiene como cómplices a futbolistas colombianos que militan en el fútbol argentino.
Esta iniciativa se creó con el fin de que los pequeños pacientes se apeguen y se les facilite más el tratamiento médico, muchas veces doloroso, al que se someten para mejorar su calidad de vida. Y qué mejor que con estos protagonistas en un país tan futbolero como Argentina, donde la pasión casi desmedida por este deporte, se instaura desde la infancia.
Sin nombres, sin fundaciones, sin ganas de obtener reconocimiento externo, más bien con la intención de dar no un detalle material sino emocional, “El equipo del amor” como lo llama el Dr. Paternina, realizó una nueva visita a los pacientes más pequeños del hospital Español.
Sale el sol, tanto los niños como sus padres abren sus ojos y arrancan un nuevo día rodeados de aparatos médicos, de personal de la salud que al hablar difícilmente se salen del libreto técnico de la profesión, de llantos, de medicamentos y en ocasiones de despedidas eternas. Sin embargo, para estas familias que nadie conoce porque el destino decidió que debían estar encerradas en ese pequeño mundo inexistente para muchos, el lienzo oscuro se llena de color por un momento. Anteriormente , Teófilo Gutiérrez, Frank Fabra, Roger Martínez y hasta “Chicho” Serna, fueron los encargados de llevar una pizca de alegría. Esta vez Andrès Ibargûen (Delantero de Racing), Mauricio Arboleda (arquero de Banfield) y Nixon Pimienta (Volante de talleres de Remedios de Escalada), fueron los titulares para enfrentar a la angustia y el dolor de las familias que prácticamente residen en las salas.
Como previo a un partido, los jugadores estaban un poco inquietos viendo a través del vidrio que separa la zona de terapia intensiva de la sala de espera de sus visitantes. Se agarran las bolsas llenas no solo de regalos, sino también de porciones grandes de felicidad y comienza el juego. Adentro, en la primera cama, está Lucas acompañado de sus padres. Un niño de 12 años, hincha de Boca, que lucha contra un cáncer y al que hace un mes le amputaron su pierna derecha debido a esta enfermedad. Aún en medio de esa circunstancia, Lucas soltó una sonrisa al reconocer a
Mauricio Arboleda y expresó: “Soy delantero, soy muy bueno y si jugamos te hago un gol”. La esperanza borró la expresión de incredulidad y angustia que se reflejó en la cara de los jugadores al verlo.
Tanto Ibargûen como Arboleda y Pimienta, se vieron tocados en el alma al verse rodeados de una situación poco habitual no solo para ellos si no para la población en general. El marco que rodea a los jugadores de fútbol los hace inalcanzables, inaccesibles y hasta inhumanos para muchos, que vieron con incredulidad contrastada con admiración, el gesto solidario y motivador que realizaron.
Disfrutaron como niños un rato agradable y edificante “aunque un poco duro”, según ellos. Que les dejó una enseñanza de vida y por ende más motivos para seguir haciendo esta labor, que aunque no se hace pública ni mediática, desnuda el lado humano de los futbolistas “agrandados que viven en una burbuja”, como los llama la mayoría, que no tiene la fortuna de compartir con ellos afuera de las canchas.
Al final el resultado fue una victoria para esos pacientes especiales, que seguramente seguirán en su cotidianidad, pero que por un momento, por un pequeño instante, olvidaron esa rutina y volvieron a sonreír para iluminar y llenar de esperanza un lugar tan humano como los futbolistas.
Una producción especial de: Pohl, Ordoñez, Viáfara, Recalde, Herrera, González, Orrego, Lorenz, Smink, Romero, Linares, Díaz