Duraban tan sólo unos días, unas horas en otro caso. Luego se generó la posibilidad de extender la vida de los mismos a un tiempo considerablemente largo. Ahora, ese lapso se prolongó a un nivel casi impensado. El avance tecnológico fue una herramienta primordial para este progreso. Sí, lo descripto habla de los alimentos. La aparición en nuestro país, de la mano de la reforma del código de alimentos, brinda la posibilidad del tratamiento de irradiación para una variedad de comestibles, que en la brevedad ocuparán un lugar en las góndolas de los comercios. Pero ¿tiene algún riesgo este tipo de consumo? ¿Qué nos aporta?
“El problema es la falta de información que escasea en el consumidor. Comúnmente se lo suele asociar a un tratamiento de energía nuclear, o radioactividad. El proceso necesariamente debe hacerse conocer para evitar la desconfianza y lograr una completa incorporación al mercado”, comienza explicando Victoria Avilés, Licenciada en Nutrición, con experiencia en el centro atómico de Ezeiza. Y bien expresada está. El término irradiación, para el ciudadano promedio, suena un poco fuerte. Pero su consumo en nuestro país data de hace ya un tiempo. Las especias, como en gran parte del mundo, son conservadas con este método. Pero ahora, el cambio del artículo 174 del CAA permite que el tratamiento se extienda a siete categorías generales: carne (vaca, pollo, cerdo y otros), pescados y mariscos, frutas y vegetales, bulbos y tubérculos, cereales, legumbres y semillas.
Proceso detallado de la exposición de los alimentos en una planta de irradiación.
¿Cómo se elaboran estos productos? Sencillo. Los bienes, en su envase final, son expuestos, a una determinada distancia, en un recinto que lo ionizará. El mismo estará en un medido tiempo, proporcional a su necesidad, para lograr el objetivo de erradicar cualquier microorganismo existente y extender sus días de vida. Luego, el producto ya sometido es puesto al alcance de todos en el comercio dispuesto a ofertarlo, con el logo de Radura, bajo la leyenda de “tratado con energía ionizante”. “Esto asegura la inocuidad, frescura y aspectos nutricionales de alimentos, que no podrían obtenerse con otros métodos más tradicionales”, afirma la egresada de la Facultad de Bromatología de Entre Ríos, al reiterar que el proceso ha sido estudiado durante décadas y precisamente adecuado para mejorar las condiciones del cuidado de alimentos.
Desde hace por lo menos 40 años este método físico de conservación se implementa en distintos puntos del mundo. Para ser exactos, 56 países –cada uno con su selección y legitimización- adoptaron una estructurada utilización de estos tratamientos. Estados Unidos, Francia, Holanda, China, Japón, Brasil y Uruguay están en dicha lista.
Pero el tratamiento no sólo abre las puertas a la esterilización, estética y prolongación de vida, factores que reducen el empleo de fumigantes y conservadores químicos, mientras que extinguen el riesgo de contraer enfermedades ligadas a microorganismos existentes, sino que también entrega la posibilidad de entrar en mercados externos con requisitos elevados, gracias a que el transporte de los mismos ya no será un problema. Asímismo, al no generarse un deterioro de los comestibles, la cantidad de comida desechada por supermercados y distintos tipos de comercios se reducirá considerablemente. Aunque un punto a tomar en cuenta, que aún no se ha aclarado desde los sectores de venta, será el costo final, que se estima en un 10 %mayor a los tradicionales según especialistas.
La llegada a una gran porción de los productos que vemos cotidianamente en las góndolas con una nueva versión mejorada, por así llamarlo, será un gran golpe en cuestión de salud y economía. Pero ¿será una nueva era que despojará los métodos tradicionales? “Considero apresurado dar por finalizada la era del freezer y abrirle paso a una nueva era ya implantada. Me parecen importantes los avances en el tema pero ni siquiera en países que tienen mayor desarrollo en el uso de irradiación en alimentos existe una erradicación de otros métodos. Lo freezado y lo irradiado entregan tratamientos que pueden convivir”, comenta Gabriela González, también licenciada en nutrición, participante clave del proyecto del “Súper Pan”, que consta del comestible a base de harina, ionizado, que tiene una vida de 45 días y alto en nutrición. Un ejemplo claro de lo que hemos explicado en esta nota.
Enzo Berón