Sin duda la vida da más vueltas que una calesita y uno nunca sabe a dónde puede llevarlo en su trayecto. Se da en todos los aspectos de nuestra existencia, pero vamos a reducirlo a un tema en especial: el deporte. Podemos poner como ejemplo, deportistas que pasaron de un equipo a su máximo rival (no son pocos) o sino atletas que de estar en la cima de su disciplina cayeron en la ruina, o viceversa. Sin embargo, vamos a ir a un hecho más puntual y hablar sobre el liberiano George Weah y su hijo Timothy Weah.
Weah padre supo convertirse en uno de los delanteros de más renombre en el fútbol mundial (pasó por Mónaco, PSG y el Milan entre otros grandes de Europa) e incluso ganó el Balón de Oro en 1995, siendo el primer jugador no europeo en ganarlo y el único africano en la historia. Muchos podrían imaginar que un deportista de ese calibre seguiría relacionado al mundo deportivo de alguna forma, pero nada más lejano a eso. Hoy Weah se dedica a la política; es senador de Liberia y el pasado 10 de octubre ganó las elecciones presidenciales de su país, pero como no consiguió los suficientes votos deberá ir a un ballotage. A pesar de esto, todo indicaría que alcanzaría el puesto de mandatario en su Liberia natal.
Pero basta de hablar de política, porque el hijo de Weah, Timothy está demostrando en el Mundial Sub 17 que la varita no lo tocó solamente a su padre. El joven Weah, que juega en el Paris Sant Germain, representa al seleccionado de los Estados Unidos y en su última actuación (victoria frente a Paraguay 5 a 0) anotó 3 goles para sellar el pase de su equipo a los cuartos de final.
Definitivamente lleva en la sangre algo de la magia que su padre se cansó de desplegar durante casi 20 años de trayectoria.
Martín Feijóo, Lucas Soto y Nicolás Albino