En el ámbito profesional al rugby se lo ve como un juego muy brusco, quizás hasta violento pero en la categoría de infantiles, que incluye jugadores desde los 6 hasta los 14 años inclusive, se les enseña lo básico que son los valores del compañerismo y del buen juego. Valentín Emanuel Berón, que tiene 11 años, juega en Banco Hipotecario de Villa Celina y se encuentra en la categoria M11, con un poco de timidez, charló con Pirámide Invertida y dejó sus sensaciones.
“La incentivación al buen juego, al fair-play y a la competencia leal y sana” son las principales finalidades del amateurismo. “Nada de trampas, de ganar por ganar. Nada de trofeos”, se les enseña. Los chicos lo ven como un momento de recreación junto a sus amigos y profesores, tanto es así que a sus partidos no los llaman como tal sino como un “encuentro”.
El desarrollo de este mismo es de un tiempo de 10 minutos, con 10 jugadores de cada lado y un “árbitro” que puede ser un profesor de los equipos que se encuentran. No son contables los puntos que van anotando ya que la idea principal es enseñarles que la competencia tiene que ser sana. Aunque si se les remarca las faltas, se para el partido y se les explica el por qué de dicha advertencia, el motivo por el cual fue cobrado y cuánto perjudica al equipo.
Se comienzan a contabilizar los puntos y las faltas oficialmente en la categoría de juveniles (a partir de M15) cuando son dirigidas por un árbitro autorizado de la Unión Argentina de Rugby (UAR). Acá ya hay un equipo ganador y uno perdedor porque se juega un torneo oficial, generalmente, organizado por la Unión de Rugby de Buenos Aires (URBA).
«Si bien es un deporte de contacto y puede llegar a ser brusco en algún momento, los profes tratan que los chicos se respeten dentro del juego», contó Berón. También dijo que llegó a este deporte por la influencia fue su padre, ya que porque él lo jugaba cuando era mas joven y le inculcó todas las enseñanzas que el había aprendido practicando rugby.«Lo alenté a ir y se enganchó muchísimo con el juego», agregó su papá con orgullo a lo que iba diciendo Valentín.
Valentín se desempeña como hooker en su equipo, se identifica mucho con el jugador y capitán de Los Pumas que también juega en los Jaguares, Agustín Creevy. Y asegura que lo principal que aprendió en el rugby hasta el momento es «cuidar a mis compañeros y también mantener una gran amistad con ellos» afuera del predio de Banco Hipotecario.
Por: Ayelén Neidhart, segundo B, turno mañana.