Las expectativas fueron altas desde que Warner Bross decidió llevar a la pantalla grande una nueva adaptación de la novela best seller de Stephen King. “It (Eso)” empezaba a ser la película que todos esperaban ver y las expectativas crecían mientras la fecha de estreno se acercaba. El director es el argentino Andrés Muschietti, que sin una llamativa trayectoria, captó la atención con su film de terror “Mama” (2013), y fue el propio Stephen King quien se encargó de ser el primero en dar una opinión positiva sobre el trabajo que realizó en la adaptación.
El largometraje nos traslada al verano de 1989 en la ciudad de Derry (Maine), cuando George, un niño pequeño, desaparece luego de perseguir su barco de papel por la corriente de agua de la calle y que se le caiga por una alcantarilla… justo hacia las manos del siniestro Payaso Pennywise. Esto hace que su hermano Bill comience a buscarle una explicación a su muerte, y lo hará con otros 6 niños formando “El club de los perdedores”, llamado así ya que por distintos motivos son excluidos y víctimas de bullying por parte de sus pares. Cada uno de ellos comienza a ver cómo sus miedos toman una misma forma: It (Eso), un payaso que habita las alcantarillas y que cada 27 años emerge para alimentarse de los miedos de sus presas favoritas: los niños de Derry. De esta forma es como se va fortaleciendo el grupo y profundizando la amistad, uniéndose para enfrentar a sus miedos personales y así detener el mal que Pennywise genera en la ciudad.
Con el correr de la película, Andy Muschietti se encarga de confundir las emociones: Logra que It no sea solamente un film de terror, sino que atraviese momentos dramáticos y otros pasajes más cálidos, con el amor y el deseo como eje central. Lo que podría verse como una clara estrategia para acercar al público que no es aficionado al terror. Por eso los tintes violentos, abusivos y retorcidos que se encuentran en el libro no están o no son intensos en el trabajo de Muschietti. En otras palabras, conserva la esencia de la novela pero no la aborda con la oscuridad que podemos encontrar en la edición impresa.
Para ayudar a compenetrarse con la historia, la banda sonora quedó en manos de Benjamin Wallfisch, un compositor de terror de alto nivel, que compuso la música de recientes y exitosas películas de terror como “Annabelle 2”, “Cuando las luces se apagan” y “La cura siniestra”. Wallfisch utiliza la serenidad de instrumentos clásicos (violines), pero sobre todo tiene como base ritmos con xilofones y otros instrumentos de percusión que, combinados de tal manera, nos envuelven los oídos y nos transportan a un lugar distinto.
De los protagonistas, los niños, no brillan todos por igual, sino que los que se destacan son Bill, Richie, y Beverly. Siendo una película de Warner, resulta llamativo que se repita el patrón de no ir a fondo con el desarrollo de los protagonistas y que se diluyan las historias: esto se puede ver en varios de sus últimos films (“Batman vs Superman” o bien “Suicide Squad”). Por su parte, la actuación de Bill Skarsgård como Pennywise es buena y cumple con su función de entidad maléfica, que se alimenta del miedo ajeno.
Lo mejor: Es fiel a la trama de la novela original y respeta la esencia de los personajes principales. Habrá una segunda parte.
Lo peor: No se profundizan todas las historias de los niños, aunque puede entenderse como una decisión de no extender el film y tornarlo denso.
La película no se convertirá en un clásico para quienes hayan leído el libro, pero no deja de ser una muy buena adaptación que podrán disfrutar, principalmente, aquellos que no vieron el primer film estrenado en 1990, ni tampoco hayan leído la novela.
Por Matías Magnético