Si hay algo en que se les reconoce a los clubes del ascenso es su espíritu de lucha, de soportar largas campañas y que a veces el dinero no alcance para pagarle el sueldo a los jugadores o para sustentar los viajes cuando viajan de visitante en el que en la mayoría de los casos tienen que transitar varios kilómetros.
Un ejemplo de esto es el club Central Ballester que fue fundado el 26 de Octubre de 1974 cerca de la villa «La Cárcova», en José León Suarez y que actualmente juega en la primera D. Pero no siempre jugó en esta división, en el año 1995 ascendieron a la C, sin embargo algo curioso pasó ese mismo año. Antes de un partido no encontraban las camisetas en el vestuario, resulta que se las habían robado pero al DT se le ocurrió una solución ingeniosa, se puso en contacto con directivos de Rosario Central para pedirles un juego de camisetas ya que son muy parecidas a las que usa Ballester. Y así fue como jugaron todo el torneo de 1995 y lograron el ascenso a la C con la camiseta del canalla y hasta con su escudo y sponsor incluido. A partir de ahí les quedó el apodo de «canallas» gracias al equipo rosarino.
La mala suerte le siguió todavía porque cuando ascendieron de categoría la AFA le clausuró el estadio que tenían en José León Suarez, al lado de la villa por eso tuvieron que alquilar la cancha de Colegiales, pero notaron que «La Cárcova» empezó a crecer cada vez más hasta que sus habitantes rompieron el alambrado y se asentaron en la cancha, a partir de ahí no pudieron recuperarla más y se perdió para siempre. En una entrevista con Pirámide Invertida el presidente del club, Fernando Gonzalez nos cuenta: «Somos es club más pobre del país, pero lo que nos pasó con la cancha fue mala suerte». Una situación parecida vivieron otros clubes como Barracas Central porque su estadio está ubicado cerca de la villa 21. Un folleto que reparten los vecinos de Barracas y Parque Patricios cuenta que: «Los dirigentes del club se turnan para dormir dentro de la cancha porque corre peligro de ser tomada y ya hubo enfrentamientos con varios heridos». Mientras tanto Central Ballester tuvo que alquilar el estadio de FC Urquiza que tiene capacidad para 500 personas y un palco de prensa con 4 sillas, pero a comienzos de la década 2000 la Municipalidad de General San Martín le cedió una parcela sobre la calle Sarratea y Camino del Buen Ayre en donde ya tienen su nuevo estadio. Ahora están en busca de construir su propia sede, pero el presidente sabe que no va a ser tarea fácil ya que no disponen de mucho ingreso debido a los pocos socios que tienen. Hoy en día están jugando en la ultima categoría pero con la tranquilidad de que ya tienen su propia camiseta y cancha.
Ex cancha de Central Ballester, ahora tomada por habitantes de «La Cárcova»
Esta es una de muchas historias que tienen los clubes del ascenso; del otro fútbol, del que despierta una pasión inexplicable, el de las hinchadas que siguen a su equipo en las buenas y en las muy malas por todo el país porque saben que todo por lo que sufrieron y esperaron por obtener lo poco que tienen lo valoran el doble.
por Francisco Romero Romaniello