Hace ya un tiempo considerable, una nueva aplicación plantó bandera en la Argentina: Sarahah. El nombre da una pista sobre su procedencia. Así es, proviene de Medio Oriente. Más precisamente de Arabia Saudita, en donde su traducción refiere a los conceptos de “honestidad y franqueza”. Zain Alabdin Tawfliq fue la mente creadora de este nuevo espacio, creado a fines del 2016 pero recién lanzado mundialmente en febrero del corriente año para la mensajería instantánea, que logró más de 4 millones de descargas, por ejemplo, en Estados Unidos en el mes pasado y se codeó con Whatsapp, Netflix, Snapchat y otros tantos colosos de esta sociedad cibernética, y que es comprendida tanto por chicos como por adolescentes y adultos.
¿En qué consiste Sarahah? La base, y el elemento clave de su triunfo, es la mensajería anónima. La creación de un usuario adherido a dicha app presenta la posibilidad a sus consumidores de plasmar cualquier tipo de comentario a otras direcciones web del medio árabe, y donde no hay una posibilidad de generar una respuesta. Su lengua madre y, debido a la gran popularidad, el inglés y español son los idiomas en los cuales está presentada su estructura. La génesis tenía como objetivo crear una red en la que empleados de empresas “x”, donde se presentó el producto, puedan dejar críticas constructivas a sus jefes, pero el fundador del emprendimiento creyó que el interés podría ser mayor. Y así fue, ya que las estadísticas de agosto marcaron que la comunidad tiene más de 17 millones de perfiles personalizados.
¿Cuál es el peligro? Los antecedentes de acoso. No es la primera vez, ni mucho menos, que estos espacios de feedback con disfraz son tendencia. Situándonos en nuestro país, Ask.fm es la madre de estos. La esencia era idéntica: uno se creaba un perfil y recibía mensajes sin un emisor declarado, pero aquí sí existía la posibilidad de generar una respuesta y compartirla comúnmente. Así, CuriousCat, Kiwi, Connected2, Yik Yak, y Secret, entre otras de menor repercusión, han seguido un hilo conductor que muy poco ha variado y que bombardea cualquier red social en donde puedan compartir el link de usuario, generando un revuelo que consigue la unión de más individuos. Realmente una innovación de lo reciclado, con un interés-curiosidad de los suscriptos potenciada por el olvido. Estas plataformas, pensadas para una dinámica de la honestidad en buenos términos, no han sido utilizadas para su verdadero fin. La posibilidad de esconderse tras una pantalla para hablar sobre un usuario ha sido una herramienta trágica. El acoso cibernético, de distintas índoles (sexual, de género, xenófobos, entre otros) ha sido una constante y los administradores no han encontrado una solución para neutralizar esos actos de violencia.
Hoy en día, debido a las serias controversias que adquirió su imagen, ha perdido lugar, y así un porcentaje grande de esos 50 millones de suscriptores, y se ha convertido en foco de artículos de prensa, debido a la preocupación de la opinión pública. Cuatro suicidios inducidos por las agresiones inconscientes e ignorantes de individuos inadaptados que ejecutan su lugar en función de un mal, sumado a las negligentes políticas de seguridad, han sido los puntos centrales para tener una concepción grave sobre todos estos segmentos de la sociedad virtual que permite no dejar rastro alguno. Alerta para todos, ya que esto no discrimina edad, ni género. Exponerse sólo necesita de 5 minutos para crearse un perfil en línea. La red en la que primordialmente enfocamos, ha avanzado en el nivel de seguridad, ya que controles permiten conseguir la dirección IP de los usuarios, estén o no registrados en la comunidad, para así bloquearlos. Pero no todo está resuelto.
“Me descargué la app porque veía que mucha gente se la descargaba, por pura curiosidad. Publiqué mi usuario para ver qué me ponían y al principio decían cosas tranquilas, casi con inocencia. Pero después empezaron a poner cosas que me lastimaban, que no son fáciles de decir. Ahí me arrepentí de haber descargado esa app”, explica Candela, de 17 años, con experiencia en el sitio traído de Medio Oriente. La curiosidad como motor fundamental. La simplicidad de querer estar en “onda” puede ser una decisión la cual cueste más de lo estipulado. “Estás cosas vienen hace tiempo. Si bien tienen momentos donde es furor, hace muchos años ya existen estas actitudes que logran esto: revolución, maltrato… y no está bueno porque la gente sigue consumiéndolas”, remata con claridad, a pesar de su corta edad, y deja al descubierto su opinión. Un comentario que, desde la simpleza de una adolescente, prevé la alerta de seguir vinculándose con la moda de los anonimatos.
Pero no sólo el sector femenino es víctima de estos actos que, a pesar de que su triunfo se base en el mismo factor el cual merece la crítica, también persiguen al género opuesto. “Me lo hice por pura curiosidad. No sé por qué sentí la necesidad de ver qué me preguntaban o qué me ponían. No le encontré un sentido. Todo depende del uso y el fin que uno le dé. Puede servir para la distracción, pero debe tener un límite. Desde mi punto de vista no sirven para nada», comenta Sebastián, de 20 años, usuario de CuriousCat, quien debido a los mensajes que encontró decidió eliminar con rapidez su perfil. “Los padres deberían tener un control mayor sobre los casos de bullying, se pueden evitar. Yo ya soy grande y soy consciente de lo que hace, no me causa nada lo que me dicen igual. Es una moda que va y viene, los adolescentes se aburren rápido y buscan otra enseguida», analiza con un tono que infiere madurez y la direcciona hacia los mayores responsables.
Por último, Pirámide Invertida habló de la problemática con Guillermo, de 50 años y ajeno a la tecnología por naturaleza, pero a su vez con hijos chicos, nacidos en plena revolución digital: “No tenía plena conciencia de ese tipo de plataformas. Me parece inapropiada, más si adolescentes, los cuales no tienen una empatía desarrollada, pueden utilizarlas son restricciones. Una decisión inteligente sería erradicar ese tipo de modas, ¿a quién puede beneficiar esto?”, apuntó, con preocupación y con un tono de sorpresa, en respuesta a la descripción del servicio que estas aplicaciones brindan, si así se puede decir. “Creo que también la potestad de elección está en cada uno, si el contexto de sociedad sería uno más pacífico, con menos maldad, podría ser una buena idea. Pero lamentablemente no lo es”, adjuntó a su comentario, con el pensamiento puesto en, lo que en el presente parece, una utopía.
¿Por qué estos sitios llegaron hace años y para quedarse? Sarahah es hoy, antes fueron muchas más y otras serán mañana. Los problemas parecen nunca acabar. El replanteamiento de estas tecnologías recicladas se da a través de la demanda.
Enzo Berón