Esta modalidad, consolidada hace varios años en Europa y Estados Unidos, llegó a Buenos Aires en los últimos tiempos. Según la encuesta permanente de hogares, uno de cada tres habitantes de Capital Federal es inquilino, y entre la franja de 20 a 35 años son el 66,3% quienes cada dos temporadas deben renovar el alquiler o embalar todo y peregrinar hacia un nuevo hogar.
Los altos precios y la falta de crédito hipotecario conspiran contra el deseo de salir de la casa de los padres y tener un espacio propio. Por eso, alquilar junto a otra persona es una opción tentadora para economizar gastos y cumplir el sueño de vivir en la Capital.
Es el caso de Carola y Karen, que comparten desde hace 4 años un departamento de 3 ambientes en la zona de Las Cañitas. «Me instalé en este barrio por casualidad, me mostraron un departamento y me gustó, además me queda cerca de ciudad universitaria, donde estudio», comenta Carola, una marplatense aporteñada de 22 años que hace 5 vive en la ciudad.
Su compañera, Karen, primero pasó por La Plata cuando salió de Mar del Plata para estudiar y ya hace 4 que convive con Carola. «Estuve en La Plata pero era una ciudad que me deprimía y con quien vivía ya no se podía estar bajo el mismo techo, tenía algunos problemas de salud y me resultaba muy difícil estar tranquila en casa». Con respecto a los gastos, compras y limpieza, ellas dividen todo y no se asignan ningún rol específico; lo único que las tiene a maltraer es la relación con la dueña del departamento, que aseguran que es una «inmadura».
Distinto es el caso de Sebastián y Micaela, quienes primero pasaron por la experiencia de alquilar, cada uno, un pequeño departamento y luego se mudaron con más gente para llegar a fin de mes. Cuándo Sebastián salió de la casa de su infancia, duró dos años pero el alto costo del alquiler lo obligó a mudarse con su hermano hace unos meses. «Se me estaba yendo todo el sueldo en el alquiler», se queja este joven que vive de operardrones para filmaciones.
Micaela intentó, primero en un monoambiente, y ahora comparte un departamento de cuatro ambientes con Emilia, Julieta y su gato «Tayco». Hacen las compras en un mayorista, comparten un grupo de whatsapp donde hablan todo lo relacionado a la casa y admiten que el orden y la limpieza, a veces, son un problema.
Al parecer, vivir con amigos o hermanos es una tendencia que se afirma cada año y quienes han pasado por la experiencia responden con un rotundo «no» cuando se los consulta si volverían a vivir con sus padres.
Marcos Vernengo