No hay dudas del crecimiento turístico que ha tenido Tigre en los últimos años. Su gastronomía costera, el Puerto de Frutos, el Parque de la Costa y más, son los puntos claves más visitados de la ciudad. Espacios verdes bordeando el río son lugares ideales para disfrutar del paisaje y la isla tigrense con sus restaurantes es otro destino muy apreciado por el turismo. ¿Pero qué pasa cuando el viento dice “no”?
El gran inconveniente que sufre la ciudad es la sudestada. Las ráfagas del viento proveniente del sudeste incrementan el volumen de las aguas de los ríos Tigre, Luján y Reconquista, afluentes del Río de la Plata, haciendo que se genere un oleaje más agresivo y así las aguas se salgan de sus cauces e inunden las calles de la ciudad, anegándolas ¿Quiénes son los que más sufren las consecuencias? Los que se encuentran en las zonas más bajas y los habitantes ubicados más cerca del río, ya sean los del lado de la costa como los del lado de la ciudad. En sectores más altos de Tigre la gente no sufre inconvenientes, ya que el agua no los alcanza.
Recogiendo testimonios, se extrajo información de ciudadanos tigrenses que cuentan sus experiencias y qué hacen ante semejante problemática. Una de las fuentes atestiguó: “No he perdido nada y a amigos míos tampoco les ha pasado, pero cuando hay sudestada, sí, no puedo salir de mi casa”. Otro testimonio aseguró: “No me perjudica porque estoy en una de las calles más elevadas. Así que si se inunda mi casa es porque Tigre está prácticamente bajo el agua”.
Para agregar más experiencias, Luciano, ciudadano de Tigre desde hace años, protagonizó una mudanza hace poco tiempo, dentro de la ciudad, y ahora vive una realidad diferente a la anterior. «En la casa donde vivía antes, la sudestada me afectaba, pero no tanto. Lo máximo que llegó fue a tapar los tres escalones que tengo antes de la puerta”, contó. Pero ahora, al haberse movido de domicilio, cambió su situación: “Ahora no me dificulta en lo más mínimo”. Y agregó un dato importante: “Estoy cerca de un paso a nivel que es demasiado empinado para pasarlo, y cuando hay sudestada queda muy tapado de agua y si a la crecida se le suma agua de lluvia, ahí se llena hasta el tope y, literalmente, queda como si fuera una pileta”.
Para remontarnos un poco en la historia, Alejandro, vecino de Tigre, dio detalles de lo que en algún momento la naturaleza fue capaz de hacer. “No recuerdo bien, precisamente, pero, la sudestada de 1989 fue alta y hubo zonas en las que hubo que evacuar”, relató. Y agregó: “En el año 2010 hubo otra que llegó a casi los 4 metros de altura, y es muy probable que ahí sí hayan tenido que evacuar en las zonas más precarias, que son las más inestables”.
Por otro lado, Tomás, oriundo de la ciudad, que aseguró no tener grandes inconvenientes con la sudestada, sí mencionó lo que le sucedió en su momento a un amigo suyo. “Vivía en la calle Ricardo Fernández, en la costa, y la sudestada lo perjudicaba demasiado porque se le inundaba el patio y muchas veces le entraba en la casa”, narró.
Otro habitante de la ciudad aseguró no tener inquietudes con las crecidas de los ríos, pero quien sí las tuvo fue su padre cuando era pequeño: “En la casa en la que él vivía, si bien estaba un poco elevada, se le inundaba el patio y, no recuerda bien, pero cree que también le entró un poco de agua a su casa algunas veces”, recordó.
Gonzalo Grondona Bellani y Nicolás Savona