Las calles de Capital Federal eran como un camino de hormigas, todos para el mismo lado, alguno más rápido que otro pero en algún momento, uno tenía que frenar porque los colectivos debían doblar o acercarse al cordón para subir a los pasajeros, lo cual traía como consecuencia grandes atascos.
Además las complicaciones que tenían aquellas personas que iban de camino a su casa, tras la jornada laboral, sin dudas pasaban por la gran demora del autobús en tramos cortos o medianos de recorrido. Pero las soluciones llegaron.
Con el correr del año 2011 y la implementación de una nueva forma de viajar, el metrobus, se les facilitó el trayecto a casi todos los viajantes. La creación de carriles exclusivos para colectivos en ambos sentidos disminuyó la gran cantidad de embotellamientos que se producían a diario en las calles de Buenos Aires. El primer metrobus se construyó en la avenida Juan B Justo. Este trayecto une los barrios de Liniers y Palermo. Tras la aceptación de la gente y la reducción de embotellamiento, se decidió comenzar a expandir este servicio por toda la ciudad. Y así, se fue extendiendo por el centro de la ciudad, como en la 9 de Julio, en la conexión de Provincia con Capital, Puente La Noria, Avenida San Martín y Autopista Dellepiane. Este último, que se habilita en los días de semana, pero con la particularidad de que solo es un carril que cambia de trayectoria en los horarios pico: hasta las 12 AM se habilita en dirección a CABA y luego de ese horario cambia hacia el sentido contrario.
Ya no más filas largas de coches atrás de un autobus, ya no se tarda más de media hora en llegar desde Plaza Constitución al Obelisco: hoy, el viaje es más rápido y sencillo. Tanto, que el servicio se comenzó a implementar en lugares como Lanús, Quilmes y La Matanza, zonas de mucho tránsito, donde salir de las calles principales se vuelve un examen de paciencia para todos, tanto colectiveros como pasajeros y choferes particulares.
Para los colectiveros es una gran ventaja, según definió Ernesto, chofer de la línea 88, a Pirámide Invertida: “El metrobus nos ayuda también a los choferes para manejar más tranquilos y sin tener que hacer maniobras complicadas y peligrosas”. También, comentó que la rapidez del servicio se debe a que se redujeron las paradas; antes había una cada dos cuadras, y ahora una cada cuatro, lo cual permite que el recorrido sea más directo y no se frene en cada esquina.
Mariano, un trabajador que todas las mañanas se toma el colectivo de la línea 382, comentó: “Yo creo que nos benefició a todos los que viajamos temprano para llegar a nuestros trabajos, ya que hoy podemos salir más tarde e ingresar en el horario correspondiente”. Además, agregó: “No tener que esperar en la mitad de la calle para que te frenaran nos da más seguridad”.
En cambio, los automovilistas no están muy contentos. Axel, un taxista que conduce todos los días por las calles porteñas, contó: “Al quedar tan pocas vías para los coches particulares, en hora pico se generan grandes embotellamientos en las avenidas principales y las personas cada vez toman menos taxi; es en este punto donde es muy deficiente”.
La idea principal es que cada vez la gente use menos los autos y más los transportes, teniendo en cuenta el gasto en estacionamientos, además de la pérdida de tiempo que produce conducir hasta la Capital Federal.
Noelia Boschiero y Facundo Olguin