En los últimos años el mundo del cine y de los espectáculos estuvo sufriendo varios cambios por el avance de la tecnología. Tal es así que, en el año 1997, Reed Hastings revolucionó el mercado creando nuevas formas de ver películas o series de una forma más cómoda para los clientes, posteriormente llamados usuarios, y fue, directamente, acceder desde las casas. El fenómeno fue llamado Netflix, dándole vida a una nueva modalidad dentro del mundo del cine.
Años antes de que comenzara a hacerse viral este medio, Reed vivió un hecho peculiar. Por no devolver a tiempo el DVD de “Apolo 13″, que había rentado días atrás en la tienda de videos Blockbuster, debía 40 dólares. Aquella cifra le pareció demasiado, se rehusó pagar tal cantidad de dinero y fue entonces cuando Hastings decidió fundar una compañía que no les cobrara multas a sus usuarios por demorarse en la devolución de sus películas, sino una tarifa mensual por un número ilimitado de alquileres.
Comenzó con apenas unos 100.000 títulos, y ahora es un gigante que factura 2.600 millones de dólares anuales gracias, sobre todo, a la audacia en sus estrategias, con lo cual los cines empezaron a registrar una baja en sus ingresos económicos. Ya para el 2011, Netflix tenía más de 23 millones de suscriptores en los Estados Unidos y más de 26 millones en todo el mundo.
El crecimiento fue tal que empezaron a invertir creando series propias, contratando a los mejores actores del mercado para que participaran en su propio material. Entre ellos Brad Pitt, Angelina Jolie y Jake Gyllenhaal, estrenando sus obras directamente desde Internet. El primer actor en firmar un contrato en exclusividad con esta plataforma fue Adam Sandler en 2014, mediante el cual sus siguientes películas se distribuirían solo por este canal.
Consultando a fuentes que cuentan con el servicio de Netflix, todos coinciden en que el servicio de internet no está a la altura, ni lo estará, del cine. Una de ellas afirmó: “No es correcto preguntar si Netflix está en condiciones de reemplazar al cine. Lo que sí lo es, es si Netflix va a comprar derechos de cine, lo cual es muy probable”. Con lo cual afirma que el servicio de internet puede estar a la par, como una alternativa, pero no tomará el lugar de la pantalla grande.
Otro testimonio aclaró: “No todo lo que tiene Netflix es lo que uno quiere ver, porque no tiene los derechos de todo, como por ejemplo las películas que son estreno”. Y adentrándose en un plano más técnico, añadió: “Es una pantalla más grande con mejor sonido y con mejor ambientación”. A esto apunta a la preparación especial con la que cuenta el cine, que no es solamente una pantalla, sino que es el conjunto. Netflix no tiene eso.
Una tercera fuente consultada utilizó para su análisis el caso del teatro: “Es algo que está hace mucho tiempo y si bien están el cine y la televisión, el teatro no desapareció”. Y con respecto al tema planteado, otro testimonio señaló: “Puede ser una manera más moderna de ver películas, pero no va a reemplazarla porque van a quedar como prácticas distintas”. Asimismo, Netflix no ofrece las mismas maneras de ver las películas en cuanto a la presentación de las mismas. “Netflix va a seguir siendo un servicio de televisión y el cine se mantendrá con sus experiencias y formatos de películas en 3D y 4D”, agregó.
Este gran impulso le sirvió a Netflix, sin duda, para llamar la atención y tomar parte en el mundo cinematográfico. Del mismo modo, aún no posee la suficiente fuerza como para directamente erradicar al cine. La historia de la pantalla grande es valiosísima y muy vasta como para que eso ocurra.
Gonzalo Grondona Bellani y Nicolás Savona