El robo de celulares es una problemática que sigue causando innumerables trastornos. Desde la persona que sufre el hurto hasta quien se queda sin trabajo formal por el crecimiento del mercado paralelo, los damnificados somos todos. Y a diario, la situación se repite con menor o mayor violencia delictiva.
Según una estadística de la Cámara de Agentes de Telecomunicaciones Móviles de Argentina (CATEMA), hay 228 robos de celulares por hora en la que la mayoría de las víctimas del robo, logran ir a la empresa para hacer la denuncia y aquella compañía bloquea e inhabilita al aparato hurtado. Los puntos donde se registran más arrebatos de celulares son el Microcentro, las avenidas Rivadavia y Corrientes; los barrios de Palermo, Constitución, Once y Retiro.
De más está decir que las estaciones terminales situadas en las últimas tres zonas mencionadas tienen el mayor índice de robo de celulares, porque ahí existe la concentración de actividad delictiva.
La mayoría de los arrebatos son protagonizados por menores de edad, que son generalmente encargados de sacar el aparato a las personas que usan el celular en la calle, aunque también lo hacen en el subte, colectivo, escuela; en casos extremos, en una casa u oficina, sorpresivamente. Por casos como éstos, en todo el país se verifican por mes unas 250.000 denuncias.
Según cifras oficiales, el año pasado hubo 4700 celulares robados por día, lo que suma un total de 2 millones en total a lo largo del 2016. Todavía no se conocieron las estadísticas de cuántos robos se cometieron en lo que va del año, pero a esta altura los episodios se acentúan.
Pirámide Invertida dialogó con personas afectadas por la situación: Nicolás Caserta y Santiago Quesada, estudiantes de Bibliotecología y Licenciatura en Turismo, respectivamente, y Liliana Di Lernia, una Acompañante Terapéutica, que comentaron acerca de experiencias vividas con el robo de sus celulares.
“A mí me robaron el celular al bajar del colectivo, teniéndolo adentro de la cartera cerrada”, declaró Liliana, y contó con más detalles cómo sucedió: “Yo estaba arriba del colectivo 29 yendo al trabajo; de repente, cuando el vehículo llegó a la estación de Retiro para que los pasajeros se bajaran, me abrieron un poco el cierre de la cartera y me lo sacaron”.
“A mí el año pasado me pasó una vez en una noche en que organicé una reunión de amigos en mi casa, a la que asistieron 15 personas. Uno de los invitados trajo a un amigo suyo, con previa autorización mía. Lo curioso es que esa persona tuvo antes una experiencia de vivir en la calle. Finalmente nos quedamos a comer pizza en mi casa entre todos, y después nos pusimos a jugar a la Play, y uno de los invitados se fue a dormir, pero él se estaba haciendo el dormido ya que vio mi celular cargando en mi pieza, y terminó llevándoselo. Yo me enteré y me di cuenta después, cuando todos los invitados se fueron, incluso el ladrón. Para colmo de males, lo utilizó para vender y con el dinero que ganó terminó comprándose la droga”, finalizó Nicolás.
“Yo también sufrí un robo el año pasado, cuando me arrebataron el primer celular que tuve”, declaró Santiago, y comentó cómo fue el robo: “Resulta que estaba en el colectivo yendo para la casa de mi papá después de haber asistido a la facu, pero de repente apareció una persona mal vestida que se sentó al lado mío y me pidió que le diera todo o me mataba con un cuchillo que tenía en la mano”, sentenció, y cerró: “Finalmente le di nada más que mi celular, ya que la billetera y las llaves de mi casa las tenía guardadas en otro bolsillo».
Cristian Mattivi