Ignacio Correas es un pequeño pueblo ubicado a 19 kilómetros del centro de La Plata que cuenta con aproximadamente 300 habitantes. Aquí viene ocurriendo una matanza de canes desde hace dos años, que está inquietando más que nunca a los vecinos. «Sólo en un año mataron a unos 150 perros, y en la última matanza, la del fin de semana, hubo tres adultos intoxicados. Todo el pueblo tiene miedo de que la próxima desgracia sea con una criatura», advierte Natalia Catalini, apicultora de la zona y quien encabeza el reclamo vecinal para que se investiguen las olas de envenenamiento.
«Acá no hay robos, no hay nada. Mis hijos salían a la calle y jugaban afuera con amigos todos los días. Hoy tenemos miedo de que estén tocando a un animal muerto o se metan cerca de una zanja contaminada», relató Simón, uno de los vecinos.
Según el relato de las familias, los animales parecen contaminarse al entrar en contacto con el pasto de la zona. En el caso de los perros, se presenta un cuadro rápido de fuertes convulsiones que luego conduce a la muerte.
Ante el misterio y la incertidumbre por lo sucedido, los habitantes de Ignacio Correas lograron llevar los cuerpos de varios perros a un centro de Zoonosis de La Plata, donde se detectó que todos los animales presentaban restos de un veneno llamado carbofurano.
En el lugar se apunta a un supuesto «asesino de animales», pero nadie se atreve a señalar a ningún vecino. «Acá tenemos un asesino, hay una persona que está matando a los animales. Se aprovecha de puntos ciegos donde no hay tanta iluminación y envenena a los perros», se quejó Simón.
En tanto, la alarma terminó de sonar con fuerza el fin de semana, cuando tres personas debieron ser internadas con signos de intoxicación. Todas ellas habían atendido a dos perros que estaban convulsionando y también padecieron los efectos del veneno: dos de los individuos sufrieron un adormecimiento en sus extremidades, mientras que el restante, una joven mujer de apenas 20 años, sufrió secuelas en la boca. La chica debió permanecer internada hasta el lunes.
En principio, la calle principal que conecta el pequeño poblado con la capital bonaerense se encuentra pintada en el asfalto con los nombres de las mascotas fallecidas y en los canastos de basura aparecen carteles como: «No acercar a los niños y a los animales al cesto porque puede haber veneno».
Marcos Segovia