La ciencia aún no se declara ni a favor ni en contra. Pero los indicios clínicos sobre los efectos del cigarrillo electrónico en la salud ya apuntan hacia un daño residual en el organismo y los especialistas insisten en proteger especialmente a los chicos y los adolescentes del vapor que produce.
Modifica la presión, el ritmo cardíaco y existe la posibilidad de que en el organismo se produzcan alteraciones relacionadas con ese daño. Aún persisten dudas sobre lo que pueden inhalar los usuarios y quienes los rodean. Uno de los obstáculos para investigar su seguridad es el mecanismo de administración de la nicotina.
Algunos dirán que el cigarrillo electrónico no es tan dañino como el cigarrillo común, pero esto no se ha podido comprobar. La mayoría de la gente fuma los dispositivos con nicotina. Aun cuando no produzca monóxido de carbono ni alquitrán, como el cigarrillo común, hay estudios que identificaron la presencia de sustancias reconocidas por su toxicidad para el ser humano.
En cuanto a los chicos y los adolescentes, no deberían quedar expuestos a estos dispositivos. El líquido contiene saborizantes, como chocolate, frutas, vainilla, mentol o, incluso, tabaco.
El producto se usa en la mayoría de los países de América latina. En la Argentina, su venta está prohibida -quienes lo usan lo compran por Internet o en el exterior- y los ambientes 100% libres de humo de tabaco también rigen para el vapor o aerosol de estos dispositivos.
Mucha gente los utiliza con la intención de dejar de fumar el cigarrillo común y corriente; sin embargo, dados distintos estudios en los que se demuestra que los líquidos utilizados en él son tóxicos, su utilidad para dejar de fumar también está bajo la lupa.
Lo cierto es que es un producto muy poco regulado y sobre el que recién se está estudiando si puede o no tener consecuencias para la salud.
Santiago Nicolás Carullo