Pocos olvidarán esa final, inclusive con el pasar de los años muchos se la han comentado a sus descendientes y más ahora, que el gran Roberto De Vicenzo ha fallecido. Fue una jornada en la que este excelente golfista se vio en envuelto en una polémica, que involucró a Tommy Aaron, su acompañante de juego, y le dio un título a Bob Goalby su principal contrincante en esa ocasión. Estos dos competidores llegaron a los últimos hoyos del Master de Augusta de 1968 casi sin sacarse ventaja, y ambos mostraron un gran nivel de tal forma que tenían a los espectadores enganchados con esa increíble definición.
Terminaron empatados y hubo que ir a los play off, pero las autoridades se dieron cuenta que en la tarjeta del argentino había 66 golpes anotados, no 65 es decir, uno más que su contrincante. De esa manera, perdió la posibilidad de disputar el desempate. Lo que había pasado es que Tommy Aaron le había anotado un golpe de más en el Hoyo 17 sin ser revisado por De Vicenzo que firmó la tarjeta y la entregó. Luego se sorprendió con esto y no logró conseguir su segundo gran torneo, porque la federación de golf, hasta ese entonces, en caso de que un competidor adjudicara puntos de más, se los transformaría en oficiales.
Luego de este suceso, muchos se sorprendieron con las actitudes que tomó el deportista argentino, en lugar de enojarse, reclamar a los directivos o agredir a quien lo acompañaba en ese torneo, emitió una de las frases que más transcendió en la historia del golf: “Que estúpido soy”.
Aunque él no lo sabia, había dado un gran paso hacia la verdadera consagración, en este caso no obtuvo un titulo sino, que adquirió el respeto de muchos de sus colegas y aficionados de este deporte. A partir de ese momento, se transformó, en unas de las personas más respetadas del deporte mundial. Y a partir de ese momento fue invitado a muchos eventos y fue tomado como ejemplo a seguir.
Esta situación, se mantuvo hasta el día de su muerte, siempre fue respetado y admirado por varios que destacaban su tranquilidad y su personalidad, pera también su respeto por las reglas y lo que pasó en ese inolvidable Masters de 1968.
Su rival nunca mostró ganas de disputar el playoff, aunque muchos años después reconocería, que nunca sintió que haya ganado ese torneo y que debió haber disputado esa instancia de definición. Además, que el torneo lo tendría que haber ganado el argentino. La relación en tres ambos seria buena, y en numerosos encuentros mostraron su afecto. Roberto siempre sostuvo que, si Goalby hubiera accedido a jugar, todo el prestigio y reconocimiento se lo hubiera llevado él.
Pese a todo esto, la realidad es que se perdió otro gran torneo, que hubiese sido el primero en Augusta. De alguna manera, la revancha deportiva se daría 41 años después y esta vez sería de la mano del cordobés Ángel Cabrera, que lograría el mismo torneo al vencer en los play off a Kenny Perry.