La semana pasada, los chicos del club Carlos Dowdall, de Córdoba, desplegaron en la cancha una bandera dedicada a los padres: “Yo así no juego más. No me grites”. Es cierto que la presión que depositan los padres en sus hijos se ve reflejada a la hora de jugar los partidos. Es tal que los chicos ignoran que se trata de un espacio de juego y se ven forzados a ganar, a no fallar, olvidándose de disfrutar el deporte. Por este motivo, el técnico Néstor Vicario y Franco Bringas, el psicopedagogo del club cordobés, idearon la bandera que mostraron los jugadores infantiles durante el partido ante Almafuerte de Las Varillas.
Esta iniciativa nace como parte de un trabajo institucional. Es una de medidas que los clubes y escuelas de fútbol infantil implementarán para detener la violencia con la que los padres se comportan desde las plateas. También se utilizarán tarjetas amarillas y rojas a la tribuna y puntos por juego limpio.
“Los carteles fueron confeccionados por los jugadores de entre 9 y 18 años, incluso al momento de pisar la cancha posaron con la frase los dos equipos adversarios. Es un juego y hay que divertirse; los padres reprimen a los niños y si pierden lo cargan en la casa, por lo que el niño se siente mal”, explicó Vicario.
Fernando Raposo, el presidente de la liga de la Asociación de Escuelas de Fútbol Infantil (AEFI), habló sobre los reiterados episodios de violencia y confesó: “Hemos llegado a tener que dejar a algún padre fuera de la cancha porque les gritaban a sus hijos que agredieran a un rival o querían pelearse con el árbitro. Nosotros queremos que vengan a acompañar a los chicos, pero no a copar la tribuna como un barrabrava”. Desde la Asociación cuentan que la idea de otorgar puntos por el juego limpio es una manera de promover el compañerismo y el espíritu deportivo, y que en la evaluación para dar o no el punto por fair play entran no sólo los jugadores, sino también los entrenadores y los padres.
De esta original bandera brota una de las primeras ideas para ayudar a los chicos, la cual está logrando gran repercusión a través de las redes sociales. “A través de estas campañas, vemos que los padres mejoran rápidamente, porque a veces gritan, les hablan mal a los chicos, desautorizan al director técnico o quieren atacar al árbitro, y eso hace que los chicos estén muy presionados”, sostiene Bringas.
Esta campaña será de gran ayuda para que los chicos sepan distinguir entre el aliento y las agresiones, el juego y la competencia, y sobre todo para cumplir su objetivo de finalizar con la agresividad y las críticas de los padres hacia los hijos.
Camila Suárez