La UBA viene en ascenso desde el año 2014 en la consideración entre las mejores casas de estudio del planeta. El año pasado escaló 123 puestos en el ranking y había entrado entre las mejores 100 del mundo, quedando en el puesto 85; este año avanzó 10 lugares para quedarse en el puesto 75 y está a un solo punto del récord que mantiene la UNAM (México) en el año 2006.
Las autoridades de la UBA atribuyen el crecimiento a dos factores: primero, que ahora están entregando la información “de una manera más ordenada, organizada de acuerdo a la forma en que los rankings piden los datos”; y segundo, “por una mejora real de la universidad”.
Como dato, la UBA es la única gratuita en el top 100, aunque otro detalle no muy bueno que entregó el nuevo ranking fue la mala performance de la mayoría de las demás universidades argentinas. Además de la UBA, solo la Universidad de Belgrano y la Universidad de Palermo mejoraron. El resto perdió posiciones. Las 16 universidades argentinas que aparecen en el ranking han descendido en su reputación por parte de los empleadores y en el impacto de las investigaciones.
Marcelo Rabossi, investigador de la Universidad Di Tella, encuentra dos posibles explicaciones. “QS otorga el 50% del peso final del puntaje a una encuesta de percepción, que es una herramienta débil. La percepción tiende a dar mayor estabilidad a las universidades que históricamente rankean entre las mejores. Además, QS cambió los indicadores con los que evalúa y también podría influir”.
El ranking realizado todos los años por la consultora inglesa QS, a diferencia de otros como el de Shanghai (de China) y el CWUR (de Arabia Saudita), asigna mucho peso a la “reputación institucional”, un factor basado principalmente en la percepción de los encuestados.
Lucas Soto, Franco Niccolini y Lautaro Escobedo