Sobre Paseo Colón al 1200, debajo de la autopista 25 de Mayo, descansan los restos del Club Atlético-El Banco-Olimpo -conocida como ABO-, lugar que funcionó durante gran parte del año 1977, como uno de los tantos centros clandestinos de detención utilizados durante la última dictadura militar. Por allí pasaron alrededor de 1500 personas. Una de ella fue Ricardo Peidro, hermano del ex arquero del Club El Porvenir Roberto “El Loco” Peidro. Ricardo, actual miembro de la CTA, en la época más terrorífica de nuestra historia era un simple estudiante de medicina y militaba en la Juventud Universitaria Peronista. La noche del 10 de mayo de 1977, mientras su hermano Roberto decidía ir al cine cerca de su casa en Lanús, Ricardo permaneció en su casa con sus padres, su mujer, Gabriela Funes, también militante del peronismo, y su hijo Fernando. Alrededor de la medianoche, se oyeron unos terribles golpeteos en la puerta de la vivienda, que segundo más tarde seria derribada al grito de “¿dónde está el tordo?”. Se trataba de grupo de tareas en busca de él, su hermano futbolista y su mujer. Los ocupantes de la vivienda terminaron brutalmente golpeados y al no encontrar al jugador del Porve, decidieron llevarse solo a Ricardo y a su mujer.
Fueron largas las semanas sin saber nada del paradero de ambos secuestrados. Por su parte, Roberto, vicepresidente de la Fundación Cardiológica Argentina, entrenaba con el equipo de primera del Club El Porvenir, con la finalidad de despejar un poco su mente. En la semana del secuestro, el club oriundo de Gerli debía medirse como visitante con el conjunto lomense de Los Andes, y Roberto decidió jugar, a pesar del mal momento que vivía junto a su familia ante la falta de su hermano y su cuñada. Salió a la cancha con su frente en alto, demostrarle a los secuestradores de Ricardo que él estaba fuerte en cuerpo y mente, y que nunca se daría por vencido hasta encontrar a su hermano. Recorrió el campo de un arco al otro en busca de sus amigos que se encontraban en la tribuna opuesta para obtener información de Ricardo. A pesar de los reiterados llamados del árbitro para ordenarle que ocupe su lugar en el arco visitante, El Loco, como se lo conocía en el ambiente del futbol, trataba de retener la mayor cantidad de información.
Ricardo permaneció atrapado en el centro clandestino hasta el 26 de mayo. El día que El Porvenir enfrentaba a Estudiantes de Buenos Aires, Ricardo se dio cuenta que su hermano se encontraba sano y salvo. Desde la celda donde se encontraba detenido, pudo oír que alguien en el pabellón se hallaba pendiente de dicho partido por radio. “Escuché que estaban transmitiendo el partido y que Roberto estaba jugando. Eso me dio fuerza para seguir adelante” declaro años más tarde.
Luego de 16 días de clavario, fue liberado en la zona de Lanús, a pocas cuadras de su vivienda. Ese día, Roberto se encontraba con el plantel de Gerli concentrado para el partido frente a Deportivo Armenio. En el momento que logró enterarse de la tan ansiada liberación de su hermano, dejo todo y corrió a su casa a reencontrarse con esa persona, de la cual hasta ese momento no se tenía noticias, a pesar de que “el Loco” nunca bajo los brazos para encontrarlo.
Ya en su casa, encontró a un Ricardo totalmente cambiado, irreconocible pese a su mirada que le era familiar. Fueron unos segundos de silencio que terminaron en un abrazo contenedor que marco el amor que se tenían el uno al otro. Un hermano jugador y el otro que buscaba mantenerse vivo pensando en su familia.
Mansilla, Ignacio – 2do A – Turno Mañana