Cada vez que juega Almirante Brown, en Isidro Casanova, 200 chicos con autismo no tienen clases. El viernes, frente a Defensores de Belgrano, no fue la excepción.
La historia se reitera en Isidro Casanova cada vez que el equipo de fútbol del barrio, Almirante Brown, que milita en la tercera categoría, juega de local: la policía despliega un operativo de seguridad que empieza cuatro horas antes del horario previsto del comienzo de cada encuentro, lo que obliga a la escuela San Martín de Porres, la única para alumnos con Trastornos del Espectro Autista a suspender sus clases.
Este hecho inusitado, sin embargo no es nuevo, dado que en los últimos tres años el mismo se ha producido 17 veces, sin atender las necesidades de los perjudicados, ni los reclamos que se han elevado por parte de los directivos del establecimiento y de los padres de los alumnos desde el 2016.
Dichas notificaciones fueron elevadas desde entonces a: la Agencia de Prevención de la Violencia en el Deporte y a la Asociación del Fútbol Argentino, para solicitar que se suspendan la programación de encuentros en los días hábiles, pero a la fecha, no han recibido respuesta alguna.
De allí que cada vez que juega Almirante Brown en su estadio, la rutina resulta la misma: el colegio se ve obligado a evacuar a 200 niños y jóvenes con autismo, para hacerlos atravesar por zonas donde prevalecen los cordones con personal policial, lo que les produce angustias y llantos.
Cuadro que además se traduce, conforme lo expresan los padres de los perjudicados, en escenas de nerviosismo y agresividad, de sujetos que no pueden traducir con palabras el padecimiento que experimentan desde lo interno.
Ante ello, las autoridades deportivas y las del Estado, continúan con sus programaciones de partidos, sin medir o reparar, que con ello alteran la actividad educativa y de salud, poniendo por delante sus propios intereses que los de la comunidad.
Con ello se registran, casos de chicos alterados, que duermen poco, que comen demás, ante semejante cambio de rutina, dado que, como comenta el Licenciando Claudio Hunter-Watts “el autismo va de muy moderado a profundo. Hay chicos que pueden entenderlo y sobrellevarlo, pero otros reaccionan autolesivamente”.
Vale puntualizar que la escuela San Martín de Porres es la institución Terapéutica para chicos con autismo más grande de Latinoamericana, con sedes en La Matanza, Palermo y Tucumán y que los chicos que concurren a las mismas, no solo desarrollan una vida académica, sino también una vida social.
No obstante, nada de esto parece importarles a las autoridades competentes vinculadas con lo deportivo, que una vez más han programado un partido en una jornada hábil, como la del pasado viernes 21 de abril del presente año, donde lo descripto reaparece sin alteración de ninguna índole, con las consecuencias del caso.