Pasaron 116 años para que la Argentina grite campeón de la Copa Davis y conquiste la tan deseada Ensaladera plateada, luego de las desilusiones de las finales perdidas en 1981, 2006, 2008 y 2011.
El equipo integrado por Juan Martín del Potro, Federico Delbonis, Leonardo Mayer y Guido Pella, con Daniel Orsanic como capitán, se alzó con la copa por primera vez al vencer por 3 a 2 a Croacia en Zagreb. Además, estuvieron en las series preliminares Renzo Olivo, Carlos Berlocq y Juan Mónaco.
De seguro en Azul estarán felices y orgullosos por ese partido de Delbonis, quien se inició desde muy chico en el Club Bancario, y continuó su carrera en el Club de Remo. Gustavo Tavernini, su coordinador junto a Esteban Leiva, habrán sentido algo especial.
Por supuesto que laten los corazones en Tandil por Del Potro. Su padre, Daniel, puede abrir su veterinaria alardeando de su hijo campeón. Marcelo Gómez, su entrenador desde los siete años, quizás recordará sus primeros pasos en el Club Independiente. ¿En Italia? Lo sigue Ugo Colombini, empresario y ex tenista, quien descubrió su talento a corta edad.
La familia Pella lo siguió con mucha pasión, teniendo en cuenta que su padre fue el que lo llevó al mundo del tenis a los cinco años, y que su hermana también es jugadora profesional. Guido arrancó en el Club Liniers, institución oriunda de su pueblo natal, Bahía Blanca.
Mayer había pensado dejar el tenis por una extraña lesión, el osteofito (mezcla de cartílago y hueso) que le encontraron en la espalda, y víctima de una quemadura importante por una bengala en su mano derecha. El correntino siempre tuvo como prioridad esta competencia.
Mónaco empezó a encariñarse con la raqueta a los cuatro años. “Fue el que me enseñó todo. Desde como pegarle a la pelotita, hasta como ser como persona”, declaró el jugador sobre Marcelo Gómez, otra vez en la escena, su entrenador en el Club Independiente. Héctor, su padre, Cristina, su madre, y sus hermanos Andrés y Mara, lo disfrutan a la distancia.
Chascomús vio nacer a Berlocq. Su carrera profesional comenzó en 2001 y es el argentino con más títulos Challenger. Reconocido por la garra más que por su talento, y con la confianza del capitán Orsanic, tiene la Ensaladera en sus manos.
Renzo Olivo a los 12 años viajó a Francia para formarse profesionalmente. Al obtener el trofeo, contó: «Estoy viviendo un sueño, es la realidad. Siempre quise jugar por la Copa Davis. Ni siquiera había sido sparring”.
Orsanic logró convencer a Del Potro para que volviera a jugar la copa en plena etapa de recuperación, citó a los jugadores no por su ranking o por su historia, sino por su actualidad tenística en cada ronda de esta edición y, por sobre todas las cosas, mantuvo al grupo unido, con confianza en cada eliminatoria, a pesar de ir siempre de punto por jugar todo el año de visitante. Estos gladiadores del tenis siempre respondieron a los pedidos del capitán, nunca se quejaron o mostraron fastidio por no disputar algún partido ni por jugar todos los encuentros de la serie. En cada participación, el esfuerzo y la buena energía fueron superiores a cualquier inconveniente surgido durante la copa, como los extensos viajes, el apretado calendario del circuito y las lesiones de algunos jugadores.
“El triunfo es de un grupo conformado por cuatro amigos y un gran capitán, que tiene un gran grupo de trabajo detrás. De la grandeza de esto nos vamos a dar cuenta con el tiempo, vamos a tomar conciencia de que es un hecho histórico para el deporte argentino”, aseguró Del Potro.
Gabriela Sabatini, la mejor tenista argentina de todos los tiempos, también se sumó a la recordada alegría del deporte argentino. “La unión del equipo fue el secreto para conquistar la Copa Davis. En las finales que perdimos no había unión de equipo. En el tenis hay muchas individualidades, cada uno tira para su lado y se le hace muy difícil al capitán unir porque cada uno tiene sus propios intereses.”
Es difícil comprender las razones de que con tantas figuras se falló tantas veces. En esta ocasión, se logró con un equipo joven y humilde, sin jugadores top ten en el ranking mundial. El conjunto nacional dejó de lado los egos, los intereses personales y las diferencias para lograr el objetivo y llevar el tenis argentino a lo más alto. En diciembre del año pasado, todo fue emoción y festejos, Argentina por fin quebró el maleficio y gritó campeón. De una vez por todas, se hizo justicia con la historia y jerarquía del tenis nacional.