El rosarino de 24 años ganó dos Challenger este año y su evolución lo llevaron a escalar posiciones en el ránking mundial. El último título fue la Copa Fila, en una final frente a Leonardo Mayer.
Olivo nació el 15 de marzo de 1992. Desde ese día, mamó el deporte de la forma más directa ya que su padre era jugador amateur y además tenía un club de tenis que se mantiene hoy en día. “Veía a mi papá jugar y me entusiasmaba mucho. Me gustaba como jugaba. Era amateur pero muy mañoso. Tiene muy buena mano y me encanta ese tipo de juego”, explicó en su charla con Pirámide Invertida.
En sus primeros pasos con el tenis, Renzo ganó un torneo organizado por una marca deportiva y surgió la posibilidad de probarse en la Mouratoglou Tennis Academy, en Plaisir, Francia. Esta Academia pertenece al actual entrenador de Serena Williams, Patrick Mouratoglou, y al presentarse esta oportunidad no lo dudó: con tan solo 12 años se fue a Europa a intentar lograr su sueño de ser jugador profesional de tenis. “Sin dudas fue la decisión más dura de mi vida. Hoy me preguntás si lo volvería a hacer, habiendo vivido eso y no sé si lo haría. A mi hijo no sé si lo dejaría hacer algo así porque es muy duro. Mis papás, en realidad, me apoyaban en la decisión que tomase. Siempre me remarcaban que sea feliz, de jugar a este deporte siendo feliz, simplemente eso. Fue una decisión propia, muy mía. La tomé y le di para adelante”, cuenta Renzo.
Luego de tres años y medio, con amigos nuevos, idiomas aprendidos y mucho más maduro, probó incursionar sólo. “Mentalmente me sirvió bastante. Creo que me hice más fuerte que habiéndome quedado entrenando y viviendo en casa. Desde que volví de Francia estuve dos años solo y me la pude bancar bien, me pude manejar viajando y jugando torneos solo. En Juniors jugaba Australia, Wimbledon y me tocaba estar solo”, relata quien a los 17 años logró su primer punto ATP y más tarde, ocupó el 8° lugar ITF a nivel mundial.
A los 18 comenzó su carrera profesional no siendo tan regular ni tan conocido por la gente. Este año se dio su explosión tenística, logrando dos títulos Challenger a los 24 años. Con el torneo de Santos en Brasil se ganó un lugar en la mirada del mundo del tenis y su victoria en la última edición de la Copa Fila, en el barrio de Saavedra en Capital Federal, lo ratificaron. Un jugador al que se le ve mucho sacrificio, buena técnica y buen saque. Su entrega seguramente fue lo que lo llevó a ganarle la final a Leonardo Mayer, ahora 126 del ranking, pero un tenista con mucha trayectoria en el circuito. ¿Podrá el rosarino llegar a un nivel superior ? Eso es incierto. Pero lo que sí sabe, es que su entrega no fue en vano. El 2016 lo demostró.
Por Abriel Pérez Hourcade