«Yo acá no los quiero», «y yo acá tampoco». La responsabilidad por los refugiados es un tema que asusta a los políticos.
El punto de debate ahora es la llamada Jungla de Calais, ubicada en Francia.
La cifra exacta de habitantes nunca se supo, pero ronda los 6500, provenientes de Afganistán, Sudán y Eritrea. Allí vivían en condiciones paupérrimas, pasaban frío, hambre, carecían de las medidas básicas de higiene, entre otras cosas. Es por eso que el gobierno francés decidió sacarlos de la Jungla y comenzar con la demolición.
A falta de seis meses para las elecciones, los candidatos Marine Le Pen, Sarkozy y la alcaldesa de Calais, Natacha Bouchart, pretenden demostrarle a la gente que pueden con este tema tan complicado. No hubo mejor idea que acudir al tratado con los ingleses, que deja claro que éstos se deben hacer cargo de darles asilo a los refugiados.
François Hollande criticó esta posición porque teme que no lleguen con vida durante el paso por el Canal de la Mancha.
Los africanos esperan deseosos que los británicos los reciban, ya que ahí tienen familiares o conocidos para poder comenzar con una vida más digna. Otro destino posible sería Alemania, ya que unos pocos han llegado en estos días desde el campamento.
Lo que no se tiene en cuenta es que los ciudadanos nativos y la gran mayoría de los políticos, no quiere refugiados en su territorio, entonces los venidos de la guerra tendrán que seguir rebotando en todos lados; por eso, su estadía en cualquier lugar es corta, sus condiciones de vida por más acuerdos que se hagan seguirán siendo precarias.
En una Europa envuelta en una crisis y donde todo se hace por intereses políticos y económicos no habrá nunca una respuesta favorable para quienes realmente lo necesitan.
Mauricio Uscalovsky
Esteban Gundín
Diego Zancarini
Lucas Seminara
Yoel Melamud
Lucas Di Nisio