Joachim Deckarm nació el 19 de enero de 1954 en Saarbrücken, Alemania. Poseía un gran talento para jugar al handball, estaba llamado a ser uno de los mejores jugadores de la historia, pero un lamentable accidente le dio un giro de 180° grados a su vida. Este destacado deportista germano, empezó su trayectoria practicando pentlatlón en el que se coronó como campeón juvenil. Pero, además, probó con la gimnasia. Y finalmente en el handball encontró su verdadera pasión y desarrolló su potencial al máximo.
Rápidamente Deckarm empezó a destacarse en su club, el Gummersbach, al que condujo a ganar muchos títulos a nivel local, tanto en ligas como en copas. Con su aporte pasó a convertirse en el gran dominador en las competencias europeas. Gracias a la fuerza y la destreza de este gran lateral izquierdo, la selección alemana volvió a ganar un Mundial de handball tras vencer en un durísimo partido a la Unión Soviética 20 a 19, en el que su emblema consiguió 6 anotaciones, en Dinamarca 1978, y así se coronó nuevamente después de 40 años. En ese momento, con todos los títulos que ganó a nivel club y a nivel Selección, se confirmó que Deckarm era el mejor jugador de esos tiempos.
Con tan solo 25 años su futuro era muy prometedor, pero desafortunadamente una jugada del destino acabó con sus sueños a nivel deportivo y cambió su vida para siempre. El infortunado hecho ocurrió el 30 de marzo de 1979 cuando su equipo, el Gummersbach, visitaba al Tatabánya Banyász de Hungría en la semifinal de vuelta de la Recopa europea. La acción sucedió cuando el arquero del cuadro local realizó un saque rápido para iniciar una jugada de contraataque, pero el balón fue interceptado por un compañero de Deckarm, quien al ganar la pelota se la tiró a este y en ese momento cuando intentó ganar el esférico chocó contra un defensor del equipo contrario llamado Lajos Panovics. En la caída, el germano golpeó violentamente su cabeza contra el piso y quedó inconsciente.
Deckarm fue trasladado inmediatamente a un centro asistencial donde estuvo internado durante varias semanas. Tras realizársele los estudios correspondientes los médicos determinaron que padecía un trauma craneoencefálico que lo dejó postrado en una cama durante 131 días. Cuando despertó del coma no tenía movilidad en su cuerpo, tampoco podía hablar y no razonaba. Durante su proceso de rehabilitación el ex campeón del mundo con Alemania debió aprender a hablar, escribir y leer. Actualmente a pesar que quedó postrado de por vida a una silla de ruedas, puede caminar de forma lenta y sostiene conversaciones. Hoy en día en su honor en la ciudad de donde es oriundo hay un estadio que lleva su nombre y en una región de su país a partir del año 2011 se entrega el premio al mejor jugador que lleva su nombre, el de una leyenda del handball alemán.