El día que el estadio Monumental se rindió a los pies de Martín Palermo, fue aquél 9 de octubre del 2009 en donde Argentina se jugaba una de sus últimas chances para acceder al mundial de Sudáfrica, frente a un Perú ya eliminado.
El cero del partido lo rompió Gonzalo Higuaín a los 2 minutos del inicio del segundo tiempo, antes y después una ola de imprecisiones dejaba el partido al azar. Maradona se sintió conforme con el resultado y decidió sacar al goleador y poner a Demichelis, no quería que ninguna pelota lo sorprenda. Pero llegó un mal despeje de Mascherano y el posterior gol de Rengifo para dejar en 1 iguales el partido a los 90 minutos, todo era desconcierto en la cancha de River.
Una lluvia torrencial reflejaba el ánimo de todos los argentinos, que desde el ’68 no se quedaban afuera de una cita mundialista. Se jugaba el tiempo de descuento y fue entonces, cuando producto de un tiro de esquina a los 92 minutos, la pelota se le negó a todos menos al Titán, que estuvo en el momento indicado, en la posición correcta y con la zurda mandó la pelota al fondo de la red para marcar la victoria argentina. La victoria que le devolvería el aliento a todo un país y haría chapotear a Maradona en los charcos de agua que se formaban en el césped. El Loco, salió corriendo a festejar, se sacó la camiseta y mirando al cielo, repitió una y otra vez “Gracias Dios”. Lejos quedó aquél muchacho que en la Copa América de 1999 frente a Colombia, logró malograr 3 penales en el mismo partido.
Esa noche en el Monumental, con toda la tribuna coreando su nombre, a los 35 años, se convirtió en héroe una vez más y agregó a su larga vida de película un gol que le devolvió el aliento a todos los argentinos.
Flavia Castaño, Sebastián Busto y Rocío Torossian, 2do. B TT.