En el ajedrez es muy difícil salir de un jaque rodeado de tantas piezas contrarias. Una situación similar atraviesa Luiz Inácio Lula da Silva, el ex mandatario de Brasil.
Hace unos meses cayó la reina, su ahijada política Dilma Rousseff. Ahora el que está en problemas es el ex presidente quien afronta juicios por corrupción, obstrucción a la justicia y lavado de dinero. La «Operación Lava Jato» comenzó en marzo de 2014 como una investigación común sobre el mercado paralelo de cambio en una red de gasolineras. Treinta meses después, se ha convertido en la bestia negra del poder en Brasil, que se cierne sobre decenas de políticos de casi todas las siglas.
El juez Sergio Moro se hará cargo, además, de la denuncia que se ha hecho sobre Lula por haber aceptado sobornos de la constructora OAS, una de las empresas implicadas en el caso. El ex presidente está acusado de formar parte de una red de corrupción en donde habría llegado a recibir 3,7 millones de reales.
Como para ir cerrando el cerco, uno de sus alfiles políticos fue detenido esta semana. El ex ministro de Hacienda durante casi 10 años, Guido Mantenga, es uno de los sospechosos dentro de la trama de corrupción descubierta en Petrobras y aunque luego fue puesto en libertad, se trata de otro revés para Lula y un golpe muy fuerte para el propio Partido de los Trabajadores.
A todo esto, Lula alegó: «Están investigándome desde hace dos años, porque saben que quiero postularme nuevamente para el 2018 y quieren que no logre ser candidato». Esto no quiere decir que no pueda presentarse como candidato presidencial en el 2018, ya que, aunque lo encontrasen culpable de alguno de los delitos, podrá recurrir a la segunda instancia, y si en ella, el Tribunal Superior de Justicia lo sentenciara culpable, ahí sí tendría que esperar ocho años para presentarse a un cargo público.
«Si ellos prueban que robé diez centavos, con la cabeza en alto sabré pedir disculpas al pueblo», afirmó quien, para muchos partidarios, es víctima de una denuncia armada y un acoso con fines netamente políticos. El jaque mate es inminente.
Lucas Di Nisio, Lucas Seminara, Esteban Gundin, Yoel Melamud, Mauricio Uscalovsky y Diego Zancarini