Ángeles Mejía es una joven Licenciada en Psicopedagogía graduada en 2014 de la Universidad de El Salvador y que con 27 años tiene un Centro de Integración en el que, con la ayuda de un grupo de maestras integradoras, se desvive por acompañar a los pequeños que tiene bajo su cargo a adaptarse a las dinámicas educativas. Actualmente trabaja con centros educativos de Capital Federal pero su meta es ayudar a lo largo del conurbano bonaerense, de ser posible.
-¿Cómo es el apoyo del sistema escolar para aquellos alumnos con necesidades educativas especiales en su inclusión a la escolaridad común?
-La Integración Educativa cuenta con un fuerte marco normativo que brinda a las personas con discapacidades, temporales o permanentes, una propuesta pedagógica que les permite el máximo desarrollo de sus posibilidades, la integración y el pleno ejercicio de sus derechos. En cuanto a la normativa vigente del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires se observa una amplia regulación de aspectos como, por ejemplo, adaptaciones curriculares o planes pedagógicos individuales para fomentar el desarrollo adecuado de cada sujeto a partir de sus posibilidades particulares; se brinda el apoyo de maestros integradores, que es la función que nosotros cumplimos.
-¿Qué es lo que buscan en el Centro de Integración Peldaños?
-En «Peldaños» (una asociación civil sin fines de lucro que trabaja para la integración y superación de personas con capacidades diferentes) nuestra función es acompañar y ayudar al alumno a desenvolverse en un ámbito social, por ahora en el área de C.A.B.A., pero planeamos extendernos al conurbano bonaerense.
-¿Cómo es el día normal de una maestra integradora?
-El rol del maestro de apoyo o maestro integrador varía mucho dependiendo del caso, aunque generalmente asiste a la escuela en los mismos horarios que el resto del alumnado y participa de las mismas clases que el niño al que acompaña. Básicamente, asiste a clases con los alumnos. Lamentablemente, las obras sociales y los seguros médicos actualmente cubren solamente un turno escolar, por lo tanto si la escuela es doble jornada el niño podrá asistir con acompañante sólo cuatro horas al día, a menos que la familia pueda solventar la jornada completa.
-¿La interacción debe ser todos los días y en todas las áreas o hay alguna periodicidad recomendada?
-La periodicidad depende de cada caso, ya que hay niños o jóvenes que precisan intervenciones únicamente en áreas académicas y pueden asistir sin acompañante a las materias especiales o actividades extracurriculares. En esos casos se suele realizar una integración parcial, la cual consiste en algunos días por semana o algunas horas por día. Pero tenemos casos en que se precisa mayor intervención o presentan dificultades en la conducta; allí solemos acompañar durante toda la jornada escolar.
-¿Cómo es el trabajo en conjunto con la escuela del niño?
-Nuestro trabajo siempre lo realizamos en equipo, ya que permanecemos en el aula e interactuamos con el paciente como con el resto del alumnado y los docentes, formando así una pareja pedagógica. Las tareas que más precisan de la interacción de la escuela con el docente integrador son el armado del plan pedagógico individual a partir de las planificaciones áulicas del docente y las estrategias terapéuticas del acompañante, así como el seguimiento del proceso de integración y el trabajo de las habilidades sociales y de interacción. Aclaro que no se debe olvidar que, aunque el niño tenga un acompañante personal, continúa siendo alumno de la institución y del docente a cargo del aula.
-¿Y la respuesta de los padres cómo es ante estos casos?
-El proceso de integración, como todo proceso dentro del mundo de la discapacidad, presenta tanto para los padres como para el resto de la familia un proceso de duelo, por lo que las respuestas familiares suelen seguir las diferentes etapas de un duelo normal. Generalmente la recomendación de iniciar un proceso de integración proviene de la escuela.
-¿Hay algún momento en que el alumno no necesite más del acompañamiento integrador?
-La duración del acompañamiento depende exclusivamente del caso, y puede variar entre sólo un año de acompañamiento y la necesidad de acompañamiento en todo el proceso escolar, desde el nivel inicial, primario y/o secundario.
Por Juan Carlos Pohl y Patricio Ward