Pasan los jugadores, pasan los entrenadores, pasan los presidentes, pero la historia se repite. Ganan, ganan y ganan. Los jugadores de Estados Unidos obtuvieron su tercera medalla consecutiva (Beijing 2008, Londres 2012 y la actual) y tienen en su vitrina 15 medallas de oro desde la aparición del básquetbol en los Juegos Olímpicos. Sin duda alguna que, toda esta epopeya, se debe al trabajo de todos; no triunfan solamente porque la cultura de ellos sea este deporte, sino porque nunca nadie les soltó la mano y parece que eso nunca va a ocurrir.
En el último partido en los Juegos Olímpicos ante Serbia se volvió a comprobar que el “Dream Team” no tiene fecha de vencimiento, al contrario, parece un producto recién empaquetado que tiene vigencia por mucho tiempo más. Desfilaron en todas sus presentaciones, pero las más destacables fueron dos: la paliza que le dieron a la “Generación Dorada” de Argentina, que habrá sido como quitarse esa espina que tienen desde Atenas 2004; y la otra es la victoria ante Serbia, que fue el cuarto encuentro, en toda la historia de los Juegos, que terminó por mayor diferencia (Londres 1948: Estados Unidos 65-21 Francia; Los Ángeles 1984: Estados Unidos 96-65 España; Barcelona 1992: Estados Unidos 117-85 Croacia; y Rio 2016: Estados Unidos 96-66 Serbia).
También, se debe consignar que en esta competencia el elenco estadounidense no contó con dos jugadores irremplazables: Stephen Curry y LeBron James, pero esto parece un detalle menor, ya que el equipo se vio invencible y hasta más poderoso.
¿Tienen rivales? ¿Alguno se pondrá a la altura de ello, alguna vez, como lo hizo la Selección Argentina en 2004? ¿Cuándo cambiarán las lágrimas de alegría por las de tristeza? Por ahora, parece que nunca. Con jugadores, en este plantel, que están por debajo de los 30 años, se puede decir, que este equipo todavía no murió y no lo hará; al contrario, apenas está comenzando.