Sonia Aubain, actual radioperadora en el SAME luego de cinco años de ser coordinadora, es una persona simpática y serena pero cuando habla de su trabajo, su semblante cambia y demuestra su vocación docente por la precisión y contundencia de sus explicaciones.
-¿Cómo llegó a trabajar en el SAME?
-Trabajé 20 años en el Instituto de Rehabilitación Psicofísica, estuve a cargo en la parte de turnos y facturación; me desempeñé en el área jurídica del Ministerio de Salud y luego volví al hospital en la Junta de Certificados de Discapacidad. Por toda esa experiencia llegué aquí.
-¿Fue el atentado a la AMIA un punto de quiebre que provocó cambios radicales en el sistema?
-Sí, ya que no existía articulación entre bomberos, policía y SAME. Nadie organizaba el rescate, quedaban personas debajo de los escombros que eran pisadas por los colaboradores que se acercaban al lugar. El doctor Crescenti decidió crear niveles de coordinaciones; el primer nivel es bomberos y Defensa Civil, el segundo es la policía y el tercero es el SAME.
Ahora el primer nivel saca al paciente del lugar y lo lleva a un área segura donde está el SAME; esto es lo ideal, ya que de esta manera cada uno sabe qué función le corresponde.
-¿Qué tarea desempeñaba como coordinadora administrativa?
-Realizaba el seguimiento; si bien existe un registro de los radioperadores de los auxilios que pasan, los médicos llenan otro formulario; eso se manda al SAME y allí controlamos qué es lo que sucede con cada paciente. Ahora, como radioperadora, atiendo el teléfono, estoy en la mesa de traslados y también voy al hospital. No tengo una sola función, eso está bueno.
-¿Por qué decidió cambiar su función?
-Porque quería dar clases; si bien el SAME me encanta porque es un lugar maravilloso para trabajar, donde hay colaboración entre los compañeros, a mí me gusta la docencia. Yo soy docente en las Tecnicaturas de Salud, Farmacia Hospitalaria y de Análisis Clínicos. También soy profesora en el Instituto Superior de la Carrera, pero se me superponían los horarios y ya no podía con ese ritmo. Aunque el SAME no es desgastante, tiene mucha capacitación y por eso no te estresás, ya que sabés llevar la comunicación y qué preguntar exactamente.
-¿Considera que hay falencias dentro del sistema?
-La falencia está en la guardia de los hospitales por la falta de médicos ante tanta demanda, ya que muchas veces deben salir en los traslados. Pero este año se informó que se realizará un concurso para incorporar 315 médicos especializados en emergencia, así el SAME va a tener sus propios médicos y el servicio va a mejorar un ciento por ciento.
Otro problema es que si se llama al 107 desde un celular, en cualquier punto del país, se comunica con el SAME de Capital; lo que se debe hacer es llamar al 911. Se podría reparar con la ubicación del celular, ya que la única forma de comunicarse con el SAME del lugar es desde un teléfono de línea o un público.
-¿Cómo se desarrolla el proceso denominado «hora cero»?
-La hora cero comienza desde la atención de la llamada telefónica en la central, ubicada en Parque Patricios. Dentro del recinto hay diferentes funciones; los radioperadores reciben la llamada, luego envían a cada hospital el mensaje, los operadores del hospital deciden cuál es la prioridad y colaboran con los médicos y choferes. Luego viene la articulación con los comandos, que son las fuerzas públicas. Posteriormente entra el sistema de traslados basado en la interrelación entre los hospitales para trasladar a los pacientes a realizarse estudios. También existe una coordinación médica para los casos graves.
Existen otros mecanismos alternativos, no sólo la ambulancia; por ejemplo, el DEES (Dispositivo Eventos Especiales) trabaja sobre los desastres y hace relevamientos de las personas para saber a qué hospital derivarlas. Esto se creó a partir de Cromagnon. Actualmente va una ambulancia más grande para cumplir con esta finalidad y se cuenta con un soporte de psiquiatras y psicólogos para las víctimas.
-¿Existen categorías según el tipo de llamado que reciben?
-Las categorizaciones o Triage se dividen en códigos rojos, verdes y amarillos; hay gente que llama por una tos y no puede ir al hospital: eso es un código verde, el amarillo puede ser un caso de presión alta. El código prioritario es el rojo y la ambulancia debe llegar en diez minutos, aunque en todos los casos siempre acude al lugar.
-Según la OMS, entre las principales problemáticas están los estados de depresión. ¿Aquí pasa lo mismo?
-Sí, hay muchos casos de problemas psiquiátricos, ahora se ven cuadros de angustia y ataques de pánico. Para eso contamos con el servicio SAME Psiquiátrico, articulado con el Hospital Alvear.
-Un tema que está en boga son las agresiones que sufre el personal de la salud. ¿Esta problemática también afecta al SAME?
-En general es constante, hay hospitales puntuales, como el Ramos Mejía y el Piñero, que están totalmente expuestos, conocen dónde están los médicos y los choferes, vienen con cierta tensión porque son hospitales con mucha demanda y a veces están tres horas esperando y se enojan por la demora, no por la atención. Allí se arman unos líos bárbaros, por eso se pide que haya policías dentro de los hospitales; en algunos hay servicio de seguridad pero no es lo mismo.
El alejamiento de la policía conspira contra el hospital. Hay muchas agresiones a los enfermeros y casos de robos a la gente que está esperando ser atendida. El médico no puede controlar eso y entonces es tierra de nadie.
El Santojanni, por ejemplo, tiene problemas cuando acuden heridos desde la cancha, ya que no se puede atender a todos al mismo tiempo y ahí empiezan a patear las puertas y a enojarse con el personal.
Por Alejandro Severini