Decenas de miles de personas han salido a las calles en protesta contra la reforma laboral impulsada por el presidente, François Hollande. A su vez, los bloqueos de las centrales obreras ponen en vilo a la economía francesa.
A pesar de que la Confederación General del Trabajo (CGT) ha perdido adhesiones en los últimos tiempos, esta huelga en contra de la reforma obtiene apoyo en la mayoría de la población. El 62% de los franceses considera que este movimiento está justificado en pos de defender los avances contra los trabajadores, según un sondeo realizado por el instituto Ifop.
¿Qué aspectos de la ley son cuestionados? Principalmente el artículo 2, que establece la primacía de la negociación dentro de la empresa en detrimento de convenios colectivos. Este aspecto debilita el poder de las centrales obreras, las cuales están, sobre todo la CGT, totalmente enfrentadas con el Gobierno.
Otra medida clave del texto, sancionado por decreto, es la posición que adopta frente a los despidos, los mismos podrán producirse por razones económicas. En empresas medianas o pequeñas se podrá argumentar el despido por factores como: descenso de pedidos, deterioro de cifras de negocios o cambios tecnológicos, entre otros. La idea es crear más flexibilidad para los empleadores, para que reduzcan su temor a contratar personal.
En un hecho no menor (no sucedía desde el mandato de Sarkozy), el Gobierno tuvo que hacer uso de las reservas estratégicas del país para cubrir necesidades vitales. La CGT logró poner en “jaque” a la economía al obtener tanta adhesión obrera. Un caso significativo es el de las 19 centrales nucleares que se sumaron a la protesta, ya que la energía nuclear cubre el 75% de las necesidades eléctricas del país. Sin grandes desabastecimientos aún, el suministro eléctrico está en manos del personal en huelga.
A su vez, de las 12.000 estaciones de servicio, 4.000 han visto su aprovisionamiento disminuido y han decidido limitar la venta de combustible a 20 litros por vehículo. Según la Unión Francesa de Industrias Petroleras (UFIP), de las ocho refinerías del país, cuatro están completamente paradas. De las restantes, dos funcionan de forma parcial y otras dos con normalidad.
En el marco del panorama descrito, no parece haber soluciones en el horizonte cercano. El primer ministro, Manuel Valls, dijo que no retirará la reforma laboral a pesar de las protestas. Mientras que, en la vereda contraria, Philippe Martínez, secretario general de la CGT, prometió: “iremos hasta el final, y sin límites”.
Alumnos: Tobías Ginzo, Camila Padua, Nicolás Cipriano, Mateo Masello y Andrés Stranges. (2ºB T.M)